La educación es uno de los principales deberes de los gobiernos a nivel mundial; así quedó expuesto en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la cual se estableció la educación como un Derecho Humano Universal (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, 2008).
En la educación a nivel global está inmersa la educación de adultos -el tema que nos ocupa-, la cual siempre requiere un tratamiento especial y diferenciado de la educación de los niños y los jóvenes. La educación de adultos debe ser llevada a cabo bajo los estándares más altos para el logro de sus objetivos.
La andragogía trata específicamente la educación de adultos y, para este concepto, existen variadas definiciones. Caraballo (2007) menciona que la andragogía se acuña a la educación que abarca concepciones de aprendizaje y enseñanza solo para sujetos adultos. Rodríguez (2003) la define como la ciencia de la educación para la persona adulta o la ciencia y arte de instruir y educar permanentemente al ser humano. Gil (2007) la define simplemente como la ciencia de educar a las personas adultas, mientras que Tarazona (2005) a cómo aprenden las personas adultas. Moreno y Quintero (2002) la definen como una ciencia muy específica de la etapa de la adultez humana con sus principios y fines propios. Observa al ser humano como ser que se educa y que educa en su propio proceso educativo, capaz de tomar decisiones para modificar incluso su formación.
El modelo andragógico se basa en dos principios fundamentales: la horizontalidad y la participación (Di Bella y Batista, 2006; Romero y Olivar, 2008; Torres, Fermín, Arroyo y Piñero, 2000), a los cuales se añade un tercero: la sinergia (Gil, 2007).
Como disciplina educativa, la andragogía ve en el acto andragógico una herramienta idónea para horizontalizar la relación docente-estudiante e impulsar una formación integral del estudiantado.
Al ser una educación para desempeñarse profesionalmente, la andragogía es una ciencia que va más allá: un proceso de formación permanente, en donde se presta más atención al tema y al problema que al contenido en sí. Por ello, es considerada una forma nueva y flexible de acceso a la información y, como modelo educativo, representa una alternativa.
Se considera la andragogía como una educación que responde a los intereses, las necesidades y las experiencias vividas por el adulto, un tipo de educación en función de la racionalidad. La persona adulta como elemento central del proceso de educación decide si acepta o rechaza la educación por recibir. La andragogía estudia la realidad de la persona adulta y define los lineamientos adecuados para dirigir el proceso de aprendizaje (Caraballo, 2007).
Este término se complementa muy bien con otro, que le otorga el carácter deseado: calidad educativa, la cual tiene un sentido integral y centrado en las personas, donde el desarrollo de capacidades se entiende como el logro de actos valiosos para la vida.
Es preciso resignificar los contenidos de términos y expresiones como aprendizajes, de modo que no tengan una connotación restrictiva y recuperen la connotación sustantiva de la finalidad de la educación.
Tener en cuenta que la finalidad del acto educativo son las personas, su diversidad y su realización plena. Se debe impedir que se sustituya el concepto de calidad con los de eficiencia y rendimiento escolar, reducido a desempeños homogéneos e instrumentales.
Debemos asumir que calidad es el uso de distintos aprendizajes para manejar la realidad, afirmarse como personas, intervenir con autonomía en el entorno y participar en la construcción de una sociedad democrática, justa, cohesionada y sostenible.
Una gestión de calidad será aquella que desarrolla la sensibilidad y asume la reciprocidad y el buen vivir como criterios de racionalidad en educación.
Calidad educativa es aquella que convierte a los educandos en seres dueños de su destino y en partícipes de la formación del mundo en el que vivimos (Memoria del Encuentro por la Educación de Jóvenes y Adultos, 2015).
La calidad de los aprendizajes tiene un sentido abarcativo, con la inclusión de capacidades de pensamiento crítico, resolución de problemas, capacidad de utilizar y aplicar el conocimiento en contextos diferentes para manejar la realidad, afirmarse como personas, intervenir con autonomía en su entorno y participar en la construcción de una sociedad democrática, justa, cohesionada y sostenible.
Hacer andragogía y hacer calidad educativa: ese es nuestro reto. En el Instituto de Seguridad Minera-ISEM nos esforzamos por continuar desarrollando las mejores estrategias de enseñanza para contribuir a la mejora continua de la calidad educativa y a la seguridad y la salud en el trabajo, nuestra misión desde hace más de dos décadas.
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