Actualmente se emplean diversas terminologías para calificar este tipo de enfermedades. En Francia se habla de problemas músculo-esqueléticos, afecciones peri-articulares y patologías de hipersolicitación.
En Canadá, lesiones atribuidas al trabajo repetitivo (LATR), problemas y enfermedades del sistema músculo esquelético que contiene entre sus causas un elemento relacionado con el trabajo. En EE.UU. estas lesiones son consideradas desórdenes de trauma acumulativo (CDT) y en Inglaterra, lesiones por trabajo repetitivo (RSI). En Australia y Nueva Zelandia son conocidas como el síndrome de sobreuso ocupacional.
Hay diferentes definiciones respecto a los Desórdenes Músculo-Esqueléticos (DME). El Institut Universitaire de Médecine du Travail de Rennes, por ejemplo, dice que es un conjunto de afecciones que se manifiestan en el ámbito de las articulaciones y son generadas por gestos repetitivos (sobresolicitaciones en músculos y tendones).
Los DME afectan los tendones, articulaciones, bursas, tejido sinovial, nervios y músculos, pudiendo generar incapacidad transitoria o permanente, explica el Institut National de Recherche et de Securite Laboratoire Biomécanique et Egonomie.
La Dra. Nelcy Arévalo reveló que estos desórdenes pueden generar desde síntomas periódicos leves hasta condiciones debilitantes crónicas o permanentes y puede ser tenditis o inflamación de los tendones, higromas o inflamación de las bursas y síndromes canalares o compresión de los nervios.
Existen determinados agentes que determinan este tipo de lesiones. Ellos son llamados factores etiológicos como los síndromes canalares que son la compresión de los nervios, las solicitaciones biomecánicas en músculos y tendones, la susceptibilidad individual y la organización del trabajo.
Los DME son confundidos frecuentemente con la ergonomía. La ergonomía es la ciencia de ajustar las condiciones en los lugares de trabajo y las demandas del mismo a las capacidades de los empleados. En otras palabras, los desórdenes músculo-esqueléticos son el problema y la ergonomía es la solución.
Organización del trabajo
La necesidad de estabilizar procesos y la presión económica asociada con las exigencias de mantener o reducir los costos de producción y aumentar la calidad, repercute en las condiciones labores de los trabajadores.
Entonces, como mencionó la Dra. Arévalo, «la especialización del trabajo se traduce en una solicitación estereotipada de segmentos corporales». El aumento en la velocidad de ejecución, la presión temporal y la cantidad de actividades a ejecutar son responsables de la generación de estrés y probablemente también de epidemias de DME.
Estos desórdenes son patologías relacionadas con las formas de organización de la producción y surgen en los contextos de reducción o privación de los márgenes de maniobra. La prevención de los DME, por lo tanto, debe ser un objetivo en la concepción de los procesos y las organizaciones.
Un trabajo monótono limita los márgenes de maniobra del trabajador y sus posibilidades de acción. En este punto la conferencista arguyó que «existen diferentes formas de hacer las mismas operaciones». La aceleración selectiva y monótona de las estructuras anatómicas se traduce en una hipersolicitación que puede desencadenar en una patología músculoesquelética.
Por otro lado, la repetitividad de una actividad se describe por la frecuencia de las operaciones realizadas (descripciones industriales cuantitativas de la repetitividad). Se considera repetitiva toda actividad que necesita poner en juego cíclico los mismos tejidos, ya sea en un movimiento repetido o en un esfuerzo muscular repetido sin movimiento.
La noción de DME de origen profesional implica que la actividad gestual durante el trabajo es considerada un factor de riesgo importante. En el plano fisiológico dentro de los parámetros importantes están la intensidad, la frecuencia y la duración, como solicitaciones músculo-tendinosas.
Los esfuerzos prolongados, que requieren mucha energía, el levantar, jalar, empujar, o cargar objetos pesados frecuentemente; las posiciones incómodas prolongadas; y la vibración, contribuyen a los desórdenes relacionados con el trabajo. La actividad del trabajo relaciona estos factores (movimientos, esfuerzos, posiciones articulares) y los combina con otros en el tiempo, aumentando el riesgo de problemas.
Es la situación de trabajo en la que el operador tiene restringidos sus márgenes de maniobra en relación con la actividad que realiza y lo perturban en la definición de la duración, la frecuencia y el momento de tomar sus intervalos. Un gesto repetitivo contribuye al desarrollo de un DME cuando el trabajador no puede intervenir en el ritmo de esa repetición.
Entre los factores de dependencia organizacional tenemos el rendimiento por hora, las pausas impuestas, el ritmo de trabajo, la imposibilidad de anticiparse y la dificultad para implementar estrategias colectivas. Concretamente, hablamos de espacios en donde prima la productividad.
La especialista colombiana explicó que «en la organización del trabajo existen las consignas, la distribución de tareas, los criterios de calidad, el tipo de aprendizaje, los horarios, las cadencias en un determinado espacio y ambiente físico. Allí, mientras que el trabajador busca salud y seguridad, la empresa persigue producción y calidad, muchas veces en perjuicio de los dos primeros conceptos».
Prevención ergonómica
Se han realizado evaluaciones a los desórdenes músculos-esqueléticos en los mismos lugares de trabajo; allí se han desarrollado programas ergonómicos estableciendo una aproximación a las patologías músculo-esqueléticas con una acción sobre el conjunto de factores, estructurando un proyecto de prevención, integrando la prevención de los DME en los proyectos de la empresa e impulsando la participación interdisciplinaria entre el área de producción y el área de salud.
La puesta en marcha de la intervención implica un prerrequisito indispensable para «la movilización de la empresa y de sus diferentes actores». La pertinencia de su desarrollo se da «antes que se degrade el estado de salud de los trabajadores y se establezcan los daños», subrayó la Dra. Arévalo.
Existen tres etapas para prevenir las complicaciones de los DME. En la primera etapa se conoce el riesgo estableciendo la relación entre los indicadores de salud y los indicadores de la empresa. En la segunda etapa, se evalúan los peligros. Aquí es donde se privilegian las observaciones y se estimulan las interlocuciones con los trabajadores en diferentes momentos del trabajo. En la tercera etapa se manejan los peligros. Es decir, se identifican los márgenes de maniobra, se jerarquizan las soluciones y se establece un plan de transformación del trabajo.
Dra. Nelcy Arévalo
Institut National de Recherche et de Sécurité- INRS
Foto: Blog de Seguridad Ocupacional
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