Nuestra institución, el Instituto de Seguridad Minera-ISEM, cumplió quince años de intensa actividad. Su evolución ha corrido paralela a la historia de la seguridad de la minería peruana. No podía ser de otra manera, pues su nacimiento está íntimamente ligado a la indignación que varios líderes de la industria ante los accidentes fatales ocurridos a mediados de los años 90, como recientemente reconoció el ingeniero Raúl Benavides Ganoza, primer presidente del ISEM.
Pasar de la indignación a una acción exitosa no es un proceso mecánico, ni un acto reflejo. Se trata de un proceso de aprendizaje complejo, en especial si hablamos de algo tan profundo como el modelamiento de un comportamiento seguro en decenas de miles de trabajadores y elevarlo al rango de cultura. Aún decidir inversiones que permitan mejorar las condiciones de trabajo, también requiere de una transformación en la cultura organizacional.
Para ello, en estos quince años del ISEM, ha sido fundamental el liderazgo de nuestros directivos, colaboradores y empresas asociadas. Todas las actividades e iniciativas del ISEM han permitido generar lo que podríamos graficar como “efecto cascada”, desde el más alto nivel gerencial hasta los trabajadores de las más apartadas operaciones mineras de nuestro país, pasando por el desempeño cada vez más efectivo de la supervisión.
De todos estos años, igualmente, cabe destacar el trabajo conjunto con las autoridades del Ministerio de Energía y Minas, así como del Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería – OSINERGMIN y otras instituciones del sector. El mutuo aprendizaje ha contribuido en la constitución de una normatividad más ajustada a la realidad minera actual, normatividad que ha sido tomada como referencia para la legislación nacional, normatividad perfectible, por supuesto.
El futuro se presenta retador. Todavía hay mucho por hacer para reducir aún más los accidentes en las minas del país, apuntalar un comportamiento seguro y seguir forjando una cultura de seguridad proactiva. Debemos preservar los avances logrados, lo que se refleja en los indicadores. Insistir en lo que da resultados y cambiar aquello que constituye un lastre para alcanzar nuestros objetivos de lograr una minería segura y productiva, con trabajadores que regresen sanos y salvos a sus hogares.
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