Para establecer prioridades en la eliminación y control de los riesgos, es necesario disponer de metodologías para su evaluación.
Aunque todos los riesgos pueden ser evaluados y reducidos si se emplean los suficientes recursos (hombres, tiempo de dedicación, material, etc.), éstos son siempre limitados. Por ello, según el rigor científico y nivel de profundización que se requiera, optaremos por métodos simplificados o sistemas complejos, como Árboles de Fallos y Errores; Estudios de Operabilidad (HAZOP), etc.
Lo recomendable es empezar por los más sencillos, que forman parte de lo que denominamos análisis preliminares. Utilizando estos, de acuerdo a la ley de los rendimientos decrecientes, con pocos recursos podemos detectar muchas situaciones de riesgo y, en consecuencia, eliminarlas. Este método se integra dentro de los métodos simplificados de evaluación. Los dos conceptos clave de la evaluación, son:
- La probabilidad que determinados factores de riesgo se materialicen en daños, y
- La magnitud de los daños (consecuencias).
Probabilidad y consecuencia son los dos factores cuyo producto determina el riesgo, que se define como el conjunto de daños esperados por unidad de tiempo. La probabilidad y las consecuencias deben necesariamente ser cuantificadas para valorar objetivamente el riesgo.
Probabilidad
Un accidente puede determinarse en función de las probabilidades del suceso inicial, que lo genera y de los siguientes sucesos desencadenantes. La probabilidad del accidente será más compleja cuanto más larga sea la cadena causal, ya que habrá que conocer todos los sucesos que intervienen, así como las probabilidades de los mismos, para efectuar el correspondiente producto.
Los métodos complejos de análisis nos ayudan a llevar a cabo esta tarea. En los riesgos convencionales existen determinadas deficiencias que hacen muy probable que se produzca el accidente. En estas situaciones es cuando el método facilita la evaluación.
El concepto probabilidad está integrado el término exposición de las personas al riesgo. Así, por ejemplo, la probabilidad de caída en un pasillo debido al agua derramada, dependerá de la probabilidad de que se produzca un derrame y del tiempo de exposición de la persona a tal factor de riesgo.
Consecuencias
La materialización de un riesgo genera consecuencias diferentes (Ci), cada una de ellas con su correspondiente probabilidad (Pi). Así, por ejemplo, ante una caída al mismo nivel, al circular por un pasillo resbaladizo, las consecuencias pueden ser leves (magulladuras, contusiones, etc.); pero, con probabilidad menor, podrían ser graves o incluso mortales. Así el daño promedio de un accidente viene determinado por la expresión:
Daño esperable = ∑ PiCi
Según esta ecuación, todo riesgo podría ser representado gráficamente por una curva tal como la que se muestra en la fig. 1, en la que se interrelacionan las posibles consecuencias en abscisas y sus probabilidades en coordenadas.
A mayor gravedad de las consecuencias previsibles, mayor debe ser el rigor en la determinación de la probabilidad, teniendo en cuenta que las consecuencias del accidente deben ser contempladas en el aspecto de daños materiales como de lesiones físicas, analizando ambos por separado.
Ante un posible accidente es necesario plantearnos cuáles son las consecuencias previsibles, las normalmente esperadas o las que pueden acontecer con probabilidad remota.
En los riesgos convencionales se consideran las consecuencias normalmente esperables, pero en instalaciones muy peligrosas, por la gravedad de las consecuencias, (nucleares, químicas, etc.), es imprescindible considerar consecuencias críticas aunque su probabilidad sea baja y por eso es necesario ser más rigurosos en el análisis probabilístico de seguridad.
NTP 330. Descripción del método
Se inicia detectando las deficiencias existentes en los lugares de trabajo, luego se estima la probabilidad de que ocurra un accidente y, teniendo en cuenta la magnitud esperada de las consecuencias, se evalúa el riesgo asociado a cada una de dichas deficiencias.
La información que nos aporta este método es orientativa. Se puede contrastar el nivel de probabilidad de accidente que aporta el método a partir de la deficiencia detectada, con el nivel de probabilidad estimable a partir de otras fuentes más precisas, por ejemplo datos estadísticos de accidentabilidad o fiabilidad de componentes. Las consecuencias normalmente esperables habrán de ser preestablecidas por el ejecutor del análisis.
Dado el objetivo de simplicidad que perseguimos, en esta metodología no emplearemos los valores reales absolutos de riesgo, probabilidad y consecuencias, sino sus “niveles” en una escala de cuatro posibilidades. Así, hablaremos de “nivel de riesgo”, “nivel de probabilidad” y “nivel de consecuencias”. Existe un compromiso entre el número de niveles elegidos, el grado de especificación y la utilidad del método.
Si optamos por pocos niveles, no podremos discernir entre diferentes situaciones. Por otro lado, una clasificación amplia de niveles hace difícil ubicar una situación en uno u otro nivel, sobre todo cuando los criterios de clasificación están basados en aspectos cualitativos. Por eso en esta metodología consideraremos que el nivel de probabilidad, es función del nivel de deficiencia y de la frecuencia o nivel de exposición a la misma.
El nivel de riesgo (NR) es una función del nivel de probabilidad (NP) y del nivel de consecuencias (NC) y puede expresarse como:
NR = NP x NC
En los sucesivos apartados se explican los diferentes factores contemplados en la evaluación. El cuadro 1 detalla el proceso a seguir.
NTP 330. Nivel de deficiencia
Llamaremos nivel de deficiencia (ND) a la magnitud de la vinculación esperable entre el conjunto de factores de riesgo considerados y su relación causal directa con el posible accidente. Los valores numéricos empleados en esta metodología y el significado de los mismos se indican en el cuadro 3.
Aunque el nivel de deficiencia puede estimarse de muchas formas, consideramos idóneo el empleo de cuestionarios de chequeo (ver NTP-324) que analicen los posibles factores de riesgo en cada situación.
Veamos a continuación un ejemplo de un cuestionario de chequeo tipo para controlar periódicamente el riesgo de golpes, cortes y proyecciones con herramientas manuales, en un centro de trabajo y dónde se indican los cuatro posibles niveles de deficiencia: Muy deficiente, Deficiente, Mejorable y Aceptable, en función de los factores de riesgo presentes. Una respuesta negativa a alguna de las cuestiones planteadas confirmaría la existencia de una deficiencia, catalogada según los criterios de valoración indicados. (Ver cuadro 2)
A cada uno de los niveles de deficiencia se ha hecho corresponder un valor numérico adimensional, excepto al nivel “aceptable”, en cuyo caso no se realiza una valoración, ya que no se han detectado deficiencias.
En cualquier caso, lo destacable es que es necesario alcanzar en nuestra evaluación un determinado nivel de deficiencia con la ayuda del criterio expuesto u otro similar.
NTP 330. Nivel de exposición
El nivel de exposición (NE) es la medida con que se da la exposición al riesgo. Para un riesgo concreto, el nivel de exposición se puede estimar en función de los tiempos de permanencia en áreas de trabajo, operaciones con máquina, etc.
Los valores numéricos, como puede observarse en el cuadro 4, son ligeramente inferiores al valor que alcanzan los niveles de deficiencias, ya que, por ejemplo, si la situación de riesgo está controlada, una exposición alta no debiera ocasionar, el mismo nivel de riesgo que una deficiencia alta con exposición baja. (Cuadro 4)
Nivel de probabilidad
En función del nivel de deficiencia de las medidas preventivas y del nivel de exposición al riesgo, se determinará el nivel de probabilidad (NP) que se puede expresar como el producto de ambos términos:
NP = ND x NE
El cuadro 5.1, facilita la consecuente categorización.
En el cuadro 5.2 se refleja el significado de los cuatro niveles de probabilidad establecidos.
Como los indicadores de esta metodología tienen valor orientativo, se deben considerar otro tipo de estimaciones cuando se dispongan de criterios de valoración más precisos. Así, por ejemplo, si ante un riesgo determinado disponemos de datos estadísticos de accidentabilidad u otras informaciones que nos permitan estimar la probabilidad de que el riesgo se materialice, debemos aprovecharlos y contrastarlos, si cabe, con los resultados obtenidos a partir del sistema expuesto.
NTP 330. Nivel de consecuencias
Se han considerado cuatro niveles para clasificar las consecuencias (NC) y se ha establecido doble significado; por un lado, se han categorizado los daños físicos y, por otro, los daños materiales. Se ha evitado establecer una traducción monetaria de éstos últimos, dado que su importancia será relativa en función del tipo de empresa y su tamaño.
Ambos significados deben considerarse independientemente, teniendo más peso los daños a personas que los daños materiales. Cuando las lesiones no son importantes la consideración de los daños materiales debe ayudarnos a establecer prioridades con un mismo nivel de consecuencias establecido para personas.
Como puede observarse en el cuadro 6, la escala numérica de consecuencias es superior a la de probabilidad. Ello, debido a que el factor consecuencias debe tener siempre un mayor peso en la valoración.
Se observará también que los accidentes con baja se han considerado como consecuencia grave. Con esta consideración se pretende ser más exigente a la hora de penalizarlas consecuencias sobre las personas debido a un accidente, que aplicando un criterio médico-legal. Hay que tener en cuenta que cuando nos referimos a las consecuencias de los accidentes, se trata de las normalmente esperadas en caso de materialización del riesgo.
NTP 330. Nivel de riesgo y nivel de intervención
El cuadro 7.1 permite determinar el nivel de riesgo y, mediante agrupación de los diferentes valores obtenidos, establecer bloques de priorización de las intervenciones, a través del establecimiento también de cuatro niveles (indicados en el cuadro con cifras romanas).
Los niveles de intervención obtenidos tienen un valor orientativo. Para priorizar un programa de inversiones y mejoras, es imprescindible introducir el componente económico y el ámbito de influencia de la intervención. Así, ante unos resultados similares, estará más justificada una intervención prioritaria cuando el coste sea menor y la solución afecte a un colectivo de trabajadores mayor.
Por otro lado, no hay que olvidar el sentido de importancia que den los trabajadores a los diferentes problemas. La opinión de los trabajadores no sólo ha de ser considerada, sino que su consideración redundará ineludiblemente en la efectividad del programa de mejoras.
El nivel de riesgo viene determinado por el producto del nivel de probabilidad por el nivel de consecuencias. El cuadro 7.2 establece la agrupación de los niveles de riesgo que originan los niveles de intervención y su significado.
NTP 330. Contraste de los resultados obtenidos
Es conveniente, una vez tenemos una valoración del riesgo, contrastar estos resultados con datos históricos de otros estudios realizados. Además de conocer la precisión de los valores obtenidos podremos ver la evolución de los mismos y si las medidas correctoras, desde que se aplicaron, han resultado adecuadas.
Para ver cómo podría integrarse este método dentro de lo que sería una auditoría de seguridad, presentamos a continuación un ejemplo de aplicación del cuestionario del cuadro 2 a un puesto de trabajo en el que se han detectado determinados factores de riesgo.
Ejemplo de aplicación
Unos operarios de montaje utilizan diversas herramientas manuales para el ensamblado de muebles metálicos. Al aplicar el cuestionario de chequeo (Cuadro 2) se han detectado las siguientes deficiencias:
- Si bien las herramientas son adecuadas y el personal está adiestrado en su empleo, se observan que son de uso colectivo. Los operarios, al incorporarse a su trabajo, cogen una caja de herramientas de las disponibles.
- Algunas herramientas no se guardan ordenadamente en un lugar específico. Se han detectado algunas que no estaban siendo utilizadas, sobre la bancada de una máquina.
Resultados
- ND: 2 (Mejorable) (Negaciones a los ítems: 2 y 3)
- NE: 4 (Continuada)
- NP: 8 (Media)
- NC: 10 (Leve)
- NR: 80
- NI: III (Mejorar si es posible. Sería conveniente justificar la intervención y su rentabilidad.)
Publicado en la revista Seguridad Minera n°103. Escrito por Manuel Bestratén Belloví, y Francisco Pareja Malagón, ambos ingenieros industriales: Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, España.
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