Toda operación minera debe tener un sistema de gestión de emergencias que permita controlar y reducir los peligros y riesgos como para desarrollar medidas eficaces que garanticen el control de las emergencias y la continuidad del negocio.
En las minas, las emergencias se producen con frecuencia debido a la ausencia de sistemas destinados a limitar, controlar o prevenir situaciones que, gestionadas de forma ineficaz, desembocan en catástrofes, o bien a fallos en los sistemas existentes. Así pues, una emergencia podría definirse como un suceso imprevisto que afecta la seguridad y la salud de los individuos o la continuidad de la explotación y que exige una respuesta eficaz y puntual para afrontar, controlar o aliviar la situación.
Las condiciones de emergencia se hacen más críticas cuanto más se prolonga la situación. El personal en el lugar del siniestro debe estar en condiciones de responder de forma adecuada a cualquier emergencia y son muchas las actividades a coordinar y gestionar para garantizar un control rápido y eficaz de la situación.
La organización de emergencias de acuerdo con un enfoque estructurado define e integra las estrategias de emergencia, la estructura de gestión (o cadena de mando), los recursos personales, las funciones y responsabilidades, los equipos e instalaciones y los sistemas y procedimientos, abarcando todas las fases de la emergencia, desde la identificación inicial y las actividades de contención hasta la notificación, movilización, despliegue y recuperación (restablecimiento del funcionamiento normal).
La organización de emergencias debe contemplar una serie de elementos clave, como:
- la capacidad de respuesta primaria y secundaria ante una emergencia;
- la capacidad de gestionar y controlar una emergencia;
- la coordinación y las comunicaciones, incluida la recogida, comprobación y evaluación de datos, la toma de decisiones y su puesta en práctica;
- la magnitud de los procedimientos necesarios para un control eficaz, incluida la identificación, la contención, la notificación y la información inmediata, la declaración de emergencia, los procedimientos específicos de operación, la extinción, la evacuación, el despeje y los primeros auxilios, la supervisión y la revisión;
- la identificación y asignación de responsabilidades clave;
- los servicios de control, asesoría, técnicos, administración y apoyo;
- el tránsito de un funcionamiento normal a otro de emergencia en cuanto a líneas de comunicación, niveles de autoridad, responsabilidad, cumplimiento, coordinación y política;
- la disponibilidad y capacidad para mantener el procedimiento de emergencia durante un período prolongado y la gestión de los cambios deturno;
- la repercusión de los cambios organizativos en una situación de emergencia, incluida la supervisión y el control del personal, la reubicación o reasignación de trabajadores, la motivación, el compromiso y la disciplina, las funciones de los expertos y los especialistas, los organismos externos y los mandos corporativos;
- las medidas de emergencia para afrontar situaciones como las que pueden surgir al cabo de algunas horas o cuando ciertos miembros clave de la organización no están disponibles o se han visto afectados por la propia emergencia;
- la integración y el despliegue de los sistemas, equipos y tecnologías de respuesta terciaria
Auditoría, revisión y evaluación
Para comprobar y evaluar la eficacia global de los sistemas, procedimientos, instalaciones, programas de mantenimiento, equipos, formación y competencias individuales de emergencia es necesario incorporar procesos de auditoría y revisión. La realización de una auditoría, o una simulación de la misma, brinda, sin excepciones, oportunidad para la mejora, la crítica constructiva y la comprobación del nivel de prestaciones de las actividades clave.
Toda organización debería comprobar su plan global de emergencia al menos una vez al año para cada turno de trabajo. Los elementos críticos del plan, como los sistemas de alimentación de emergencias o de alarma remota, deberían comprobarse individualmente y con mayor frecuencia.
Hay dos formas básicas de auditoría. La auditoría horizontal consiste en la comprobación de pequeños elementos concretos del plan global de emergencia para detectar deficiencias. Deficiencias aparentemente sin importancia pueden ser críticas en caso de emergencia real. En una auditoría vertical se comprueba simultáneamente un conjunto de elementos del plan mediante la simulación de una emergencia. De esta forma, puede auditarse actividades como la activación del plan, los procedimientos de búsqueda y rescate, salvamento y extinción de incendios, así como la logística relacionada con una respuesta de emergencia en una mina o explotación remota.
En los simulacros pueden participar trabajadores de más de un departamento, personas de otras empresas o de organizaciones de ayuda mutua o incluso servicios de emergencia, como el cuerpo de policía y el parque de bomberos. La intervención de organizaciones externas proporciona a todos los participantes una oportunidad inestimable para mejorar e integrar operaciones, procedimientos y equipos de preparación de emergencias y adecuar la capacidad de respuesta ante riesgos o peligros de mayor envergadura en determinadas instalaciones.
Tan pronto se pueda, se procederá a una crítica formal, si es posible inmediatamente después de la auditoría o el simulacro. Es importante hacer público el reconocimiento a aquellas personas y equipos que hayan tenido un comportamiento destacado. Los puntos débiles deberán describirse con la mayor concreción posible y será necesario revisar los procedimientos para incorporar las mejoras necesarias. Se introducirá asimismo los cambios pertinentes y se supervisará el funcionamiento a fin de perfeccionarlo.
Un programa que haga especial hincapié en los elementos de planificación, práctica, disciplina y trabajo en equipo es un elemento necesario de cualquier simulacro y entrenamiento bien diseñados. La experiencia demuestra una y otra vez que cualquier simulacro es bueno y positivo, y ofrece la oportunidad de demostrar puntos fuertes y de identificar aspectos mejorables.
Revisión periódica de riesgos y capacidades de respuesta
Pocos son los riesgos que permanecen invariables. En consecuencia, hay que supervisar y controlar los riesgos y la funcionalidad de las medidas de control y de preparación de emergencias para garantizar que circunstancias cambiantes (individuos, sistemas, procesos, instalaciones, equipos, etc.) no alteren la prioridad de los riesgos ni reduzcan la capacidad del sistema.
Conclusiones
A menudo, las emergencias se consideran sucesos imprevistos. Sin embargo, en esta época de comunicaciones y tecnologías tan avanzadas, son pocos los sucesos que realmente pueden calificarse de imprevistos y muy pocas las desgracias que no hayan ocurrido ya alguna vez. Los periódicos, las alertas de peligro, las estadísticas de accidentes y los informes técnicos proporcionan una sólida base histórica de datos e imágenes sobre lo que el futuro puede deparar a quienes no estén bien preparados.
En cualquier caso, la naturaleza de las emergencias cambia a medida que lo hace la industria. Confiar en técnicas y medidas de emergencia adoptadas sobre la base de experiencias del pasado no ofrece el mismo grado de seguridad para sucesos futuros.
La gestión de riesgos aporta un enfoque amplio y estructurado para comprender los peligros y riesgos de la minería y desarrollar capacidades y sistemas eficaces de respuesta ante las emergencias. Hay que entender y aplicar de forma continua el proceso de gestión de riesgos, sobre todo cuando se envía personal de rescate a entornos potencialmente peligrosos o explosivos.
El sistema de preparación de emergencias debe apuntalarse en la formación de todo el personal de la mina acerca de la detección de peligros básicos, el reconocimiento y la rápida notificación de cualquier inicio de incidente o sucesos desencadenantes, la respuesta primaria y las habilidades de escape. También es crítica la formación preventiva sobre condiciones de calor, humedad, humo o escasa visibilidad. A menudo, la formación en estas disciplinas básicas marca la diferencia entre un accidente y una catástrofe.
De la formación depende la operatividad de la organización y la planificación de emergencias. La integración de la preparación de emergencias en un entorno de sistemas de calidad, junto con la práctica rutinaria de auditorías y simulacros, constituye el mecanismo para su permanente mejora y perfeccionamiento.
Fuente: Gary A. Gibson, Preparación de emergencias. En: Enciclopedia de Salud y Seguridad en el Trabajo.
Publicado en la Revista Seguridad Minera nº130.
Deja un comentario