En el medio ambiente, en la construcción y el ámbito de la comunicación sonora se define como ruido todo sonido no deseado. Cuando se utiliza la expresión ruido como sinónimo de contaminación acústica, se hace referencia al ruido (sonido), con intensidad alta, que interfiere en la comunicación entre personas o en sus actividades y que resultar perjudicial para la salud humana.
Desde este punto de vista, hasta la más excelsa música puede ser calificada de ruido, por aquél que en cierto momento no desee oírla. La vinculación causal entre los ruidos intensos y la hipoacusia (sordera) se reconoce hace milenios.
La referencia más antigua es una observación registrada en el primer siglo de nuestra era por Plinio El Viejo en su Historia Natural, cuando menciona que las personas que vivían cerca de las cataratas del Nilo quedaban sordas.
El ruido constituye hoy en día el agresor físico más difundido en el ambiente laboral y social, siendo la pérdida de la capacidad auditiva la enfermedad profesional más frecuente en este medio.
El ruido, como agente contaminante, puede generar daño al sistema auditivo como también puede afectar al sistema nervioso, digestivo y puede provocar arritmia cardiaca, irritación, pérdida de la concentración de la productividad laboral y alteración del sueño entre otros.
Se denomina trauma acústico a la pérdida de capacidad auditiva producida por el ruido, que afecta inicialmente la banda de 4.000 Hz, luego otras bandas de frecuencias altas y ya en estados avanzados, bandas del área de la conversación (3, 4). De acuerdo a las pérdidas auditivas, las sorderas se clasificaron en: (3, 4, 5, 6)
La protección auditiva es el elemento necesario para prevenir las afecciones mencionadas, debiendo las mismas utilizarse en forma permanente durante el tiempo de trabajo en ambientes ruidosos. Los ruidos se diferencian entre si de acuerdo a:
• Volumen
• Frecuencia
• Periodicidad
• Efectos producidos (según el ambiente en que se producen).
Es deducible que no todos los tipos de protectores son útiles para aislar cualquier clase de ruido. Los tapones para los oídos son elementos de protección que se insertan en el canal auditivo externo para protegerse del ruido y para evitar que entre agua, arena o viento en los oídos. Los protectores auditivos se diferencian en varios aspectos:
• Modelo
• Material
• Formato
• Elemento utilizado para la aislación acústica
Modelo: Existen los protectores llamados “auriculares”, “orejeras” o “de copa” como los que se muestran en la foto superior, que son más aptos para personas que ingresan y salen permanentemente de ambientes ruidosos, o que se encuentran expuestas a frecuencias de ruido que necesitan de un aislamiento especial.
Los protectores “intraurales” son más utilizados por personas con exposición permanente al ruido o que necesitan utilizar protecciones adicionales que impiden o dificultan el uso de los protectores de copa, como máscaras de soldar, cascos, protectores faciales, etc.
Además, estos son más “portables” ya que pueden llevarse, dentro de sus cajas o envoltorios en un bolsillo, dejándolos disponibles en todo momento. Estos protectores suelen emplearse como protección adicional a los de copa, pudiéndose utilizar ambos a la vez, ya que los tapones aíslan mejor las bajas frecuencias, mientras que las orejeras lo hacen mejor para las altas.
Material: El material con el que son construidos varía en cada tipo de protección. Los de copa generalmente están compuestos por una carcaza de plástico y un interior de fibras sintéticas que generan la amortiguación acústica.
Normalmente, este conjunto se encuentra rodeado en la superficie de apoyo con la cabeza, con un material suave y flexible que se adapta a las irregularidades anatómicas, para producir cierta hermeticidad e impedir el ingreso del ruido. Cada uno de los protectores individuales, a la vez, se encuentra unido por un fleje elástico de material plástico o metálico, que ajusta a ambos sobre los oídos, encerrando dentro de ellos las orejas del trabajador.
Por otro lado, los protectores intraurales están diferenciados en tres grupos:
1. Siliconas
2. Algodón hidrofílico
3. Espuma sintética de alta densidad, expandible.
El protector intraural o “tapón” de silicona es un pequeño cono, sobre cuya base se encuentra una prolongación del mismo material, en la cual se ha inserta un cordón fino que une al par. Este aditamento, además de ayudar a mantenerlos unidos a fin de evitar el extravío de los mismos, es una ayuda eficaz para retirar los tapones del espacio intraural (oído). Estos protectores son los más aconsejados para los operarios a los que se les dificulta el lavado de manos antes de retirarlos o colocarlos.
Sin embargo, estos protectores no deben llevarse colgando sobre el cuello o anudados al mismo, porque se adhiere la suciedad de cualquier especie (por ej. los roces con ropa) a causa de los restos de la cera que arrastran desde el interior del oído. Tal condición puede generar una otitis (infección del oído) u otro tipo de trastornos que causan dolor o consecuencias peores.
Por tal motivo, los protectores deben llevarse siempre dentro de su envase (caja o sobre) y no expuestos, ni desprotegidos, dentro de los bolsillos en momentos en que no son utilizados. A fin de evitar infecciones, deben lavarse al final de la jornada con agua y jabón, secándolos finalmente para evitar la formación de hongos.
A pesar de ser económicos, estas pequeñas piezas de siliconas representan una importante medida de prevención para la hipoacusia y todos los demás trastornos que han sido enumerados, por lo cual es necesario que se les preste atención y el debido cuidado.
Los protectores de algodón hidrofílico o hidrofilizado todavía se encuentran en uso aunque tienden a desaparecer. Están compuestos por un envoltorio de celofán resistente, en cuyo interior se aloja el material que le da el nombre. Son del tipo descartables (un solo uso) ya que una vez introducidos en el espacio del oído se adaptan y pierden el formato original, quedando inservibles. El uso de estos tapones generan el riesgo que se rompan o desarmen en el interior del oído, dejando restos de material en el mismo.
Los de espuma sintética de alta densidad, expandible, brindan buena protección, ya que para introducirlos al canal auditivo deben reducirse en su tamaño a través de la compresión y rotación de los mismos entre los dedos; una vez dentro, se expanden tratando de retomar su volumen original. De esta manera se adaptan perfectamente al laberinto del canal intraural, sellando la entrada a las ondas sonoras.
También estan provistos de cordón, como los de silicona, pero para retirarlo del oído es más dificultoso, obligando al contacto de los extremos de los dedos con el elemento protector y los oídos. Si bien todos los “tapones” auditivos son introducidos y retirados con manos perfectamente limpias, este tipo de protector exige esto por excelencia; ya que al tener que comprimirlos y rotarlos entre los dedos, éstos se ensucian con más facilidad.
Hay que tener cuidado de no usar una protección excesiva, ya que si se reduce demasiado el ruido ambiental, el trabajador no podrá escuchar las voces y tendrá que quitarse los tapones continuamente. Los trabajadores que contraigan infecciones de oído varias veces deben usar protectores externos.
Colocación
El tapón debe quedar totalmente dentro del oído. Si sobre sale está mal colocado y el trabajador no tendrá la protección adecuada. Los pasos recomendados por los fabricantes son:
1. Con las manos limpias, tomar el tapón con la mano opuesta al oído donde se introduce (presionando y comprimiendo el tapón hasta que quede un cilindro fino, sin arrugas ni dobleces en el caso de los expandibles).
2. Con la otra mano se sujeta y eleva la parte de arriba de la oreja, mientras se introduce el tapón en el canal auditivo.
3. En el caso de los expandibles, mantener apretando por unos momentos, para asegurarse de que se expanda dentro del oído, y no fuera (se irá notando la reducción de ruido mientras se expande); en el caso de los otros tapones, efectuar un movimiento de vaivén para lograr la correcta acomodación.
Desventajas
Llevar tapones no es tan cómodo como no llevarlos. Causan sensaciones extrañas, como una presión en la cabeza o una alteración en la percepción de la propia voz. Son cosas a las que el usuario debe acostumbrarse, por el bien de su salud; pero si le causan problemas mayores (como dolor de cabeza), debe buscar otros sistemas alternativos.
A veces reducen poco el sonido. La mitad de los trabajadores que usan un mecanismo protector, sólo aprovecha el 50% de éste porque no los usan continuamente o no se los colocan bien. Al ponerse correctamente los protectores, uno debe oír su propia voz más fuerte; si esto no ocurre es que no están bien puestos.
También se puede pensar que un trabajador podría dejar de oír sonidos que son importantes, como algún problema en las máquinas, o un aviso de otra persona. Sin embargo, el usuario puede detectar y prevenir esos problemas. Una persona sin problemas auditivos seguirá entendiendo una conversación normal.
Artículo publicado en la Revista de Seguridad Minera n° 103. Fuente: Asesoramiento, Control de riesgos y Capacitaciónen Higiene & Seguridad Laboralemail.
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