Durante la conferencia titulada La IA aplicada a la ergonomía: ¿puede un dado resolver ecuaciones?, Carolina Ullilen Marcilla, ingeniera de Seguridad Industrial, especialista en Ergonomía y miembro del Comité Asesor Internacional de la Foundation for Professional Ergonomics en Perú, expuso una reflexión sobre el uso de herramientas basadas en inteligencia artificial (IA) en el campo de la ergonomía laboral.
En su presentación, Ullilen destacó que la ergonomía es una disciplina compleja que requiere un análisis minucioso de las condiciones de trabajo para identificar y mitigar riesgos que afectan la salud y el bienestar de los trabajadores. Tradicionalmente, este proceso implica la aplicación de métodos normativos internacionales y evaluaciones detalladas, que pueden durar semanas o meses para obtener un diagnóstico certero.
El avance en tecnologías de IA promete acelerar estos análisis mediante el procesamiento automático de datos, reconocimiento de posturas y evaluación de riesgos en tiempo real. La especialista alertó sobre los riesgos de confiar ciegamente en resultados generados por sistemas automáticos sin la supervisión experta de profesionales ergónomos. Según Ullilen, un caso reciente evidenció una evaluación automática que reportó riesgos bajos en puestos operativos —donde las tareas son físicamente más exigentes— mientras que los puestos administrativos aparecieron con riesgos altos, una contradicción que invitó a cuestionar la calidad y contextualización de los datos procesados por IA.
Uno de los puntos clave que resaltó la especialista es la enorme variabilidad que existe entre trabajadores y sus modos particulares de realizar cada tarea. Mientras que la IA suele basarse en patrones y promedios, estos pueden ocultar picos críticos de riesgo que solo un análisis experto puede detectar. Muchas herramientas automáticas no captan aspectos fundamentales del entorno laboral, como la presencia de objetos que influyen en la postura o los movimientos, ni consideraciones personales del trabajador como experiencia, estado físico, o modalidades de turno, todas ellas determinantes para un correcto diagnóstico ergonómico.
Ullilen también enfatizó la importancia de no dejarse presionar por la demanda de resultados rápidos que suelen exigir las empresas, pues la prisa puede generar evaluaciones superficiales con sesgos que ponen en riesgo la salud laboral. Por ello, la capacitación constante del personal evaluador y una comprensión crítica de las variables y metodologías involucradas es indispensable para interpretar correcta y responsablemente los resultados que provee la IA.
Si bien reconoció que la IA tiene utilidad en tareas muy estandarizadas y repetitivas, donde las condiciones son predecibles, la especialista fue clara en señalar que el mundo laboral real suele presentar condiciones altamente variables e imprevisibles que requieren la experiencia y juicio profesional para su adecuada evaluación.
Advirtió que en Perú aún no existe una regulación clara sobre el perfil profesional requerido para quienes aplican estas tecnologías en ergonomía, a diferencia de otras naciones con normativas más estrictas. Esto hace más necesario todavía que el criterio humano y el pensamiento crítico guíen el uso de la IA para evitar malas interpretaciones o diagnósticos incompletos.
Ullilen concluyó que la inteligencia artificial debe entenderse como una herramienta que complementa y apoya al profesional de ergonomía, pero nunca como un sustituto. Para avanzar hacia ambientes laborales más seguros y saludables se requiere un enfoque que integre el conocimiento del trabajo real, la experiencia humana y el análisis riguroso de datos, promoviendo así una ergonomía que comprenda para transformar, y no que dependa del azar o de «dados» que simulen ecuaciones.
La exposición de Carolina Ullilen se realizó en el marco del IX Congreso Internacional de Prevención de Riesgos Laborales, organizado por La Positiva Seguros y la Fundación Internacional ORP.
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