[Editorial] Una lectura rápida de las estadísticas de seguridad minera del presente año, nos obliga a efectuar un llamado a continuar bregando por reducir los accidentes laborales. Aunque numerosas empresas mineras, sus colaboradores y contratistas vienen haciendo esfuerzos en materia de prevención de accidentes laborales, todavía hay un camino extenso que recorrer para alcanzar cero accidentes mortales en nuestras operaciones.
De un universo que supera las 400 compañías mineras, 17 de ellas han registrado accidentes mortales. Comparativamente, la cantidad de eventos ocurridos está por encima al desempeño del año anterior. Es lo que nos debe llamar a reflexión y a efectuar las medidas correctivas.
Desde una perspectiva histórica, el desprendimiento subterráneo de rocas ha sido el tipo de accidente con mayor ocurrencia en los últimos 17 años: explica el 31% de los eventos. No obstante, este año es diferente. La caída de masas de tierra, rocas, piedras o nieve tiene mayor presencia, además de los accidentes con energía eléctrica y los atrapamientos con objetos. ¿Qué hacer para evitar este tipo de accidentes?
Podríamos ensayar varias respuestas; sin embargo, debemos partir por reconocer que cada realidad operativa es distinta, pero la metodología básica a utilizar sí es común: intensificar el conocimiento de los peligros específicos de cada mina y poner la mira en los riesgos, promover la cero tolerancia a los comportamientos inseguros e impulsar la amplia participación de los colaboradores.
Todo plan de mejora –al cual siempre está sometida la industria minera– será infructuoso si no colocamos a la prevención como eje de las decisiones. En ese sentido, fortalecer la capacitación y el entrenamiento, incorporando el seguimiento a los resultados, siempre será la herramienta indispensable de toda gestión moderna de la seguridad minera.
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