Normalmente, el concepto de instalación de proceso va asociado a un sistema productivo o a una parte del mismo, en el que intervienen sustancias químicas que, a través de determinadas operaciones básicas, generalmente concatenadas, son sometidas a procesos físicos o químicos para obtener productos intermedios o acabados.
Tales procesos físicos o químicos deben desarrollarse en condiciones de trabajo determinadas, siendo la composición de las sustancias químicas, la cantidad de las mismas en procesos discontinuos o el flujo másico en procesos continuos, la presión, y la temperatura, algunas de las variables fundamentales del sistema que exigen ser perfectamente controladas.
Evidentemente, las instalaciones son diseñadas para adecuarse a las condiciones normales de trabajo, pero deben ser capaces de soportar alteraciones previsibles, aunque sean ocasionales, sin generar daños a personas y bienes.
La experiencia de los accidentes en instalaciones de proceso muestra que sus causas pueden clasificarse. Al margen de agentes externos al proceso y fuerzas naturales (proximidad a instalaciones peligrosas, viento, heladas, incendios, etc.), en los siguientes grupos, Manuel Bestratén Belloví del Centro Nacional de Condiciones de Trabajo de España, divide en tres los fallos más frecuentes.
Fallos de componentes
- Diseño inapropiado frente a presión interna, fuerzas externas, corrosión del medio y temperatura.
- Fallos de elementos tales como bombas, compresores, ventiladores, agitadores, etc.
- Fallos de sistemas de control (sensores de presión y temperaturas, controladores de nivel, reguladores de flujos, unidades de control computerizadas, etc.).
- Fallos de sistemas específicos de seguridad (válvulas de seguridad, discos de ruptura, sistemas de alivio de presiones, sistemas de neutralización, avisadores, etc.
- Fallos de juntas y conexiones.
Desviaciones en las condiciones normales de operación
- Alteraciones incontroladas de los parámetros fundamentales del proceso (presión, temperatura, flujo, concentraciones).
- Fallos en la adición manual de componentes químicos.
- Fallos en los servicios, tales como: insuficiente enfriamiento para reacciones exotérmicas; insuficiente aporte del medio calefactor o vapor; corte del suministro eléctrico; ausencia de nitrógeno o agente inertizante; ausencia de aire comprimido (de instrumentación o de agitación).
- Fallos en los procedimientos de parada o puesta en marcha.
- Formación de subproductos, residuos o impurezas, causantes de reacciones colaterales indeseadas.
Errores humanos y de organización
- Errores de operación.
- Desconexión de sistemas de seguridad a causa de frecuentes falsas alarmas.
- Confusión de sustancias peligrosas.
- Errores de comunicación.
- Incorrecta reparación o trabajo de mantenimiento.
- Realización de trabajos no autorizados (soldadura, entrada en espacios confinados).
Los errores suelen suceder por no conocer suficientemente los riesgos y su prevención; insuficiente formación y adiestramiento en el trabajo; y carga psíquica excesiva. La seguridad de una instalación de proceso debe iniciarse en la fase de diseño, seleccionando los debidos componentes y montándolos bajo normas y rigurosos controles de calidad.
Los fallos descritos siempre son previsibles. Todo estudio de seguridad a nivel de proyecto o de revisión de una unidad en funcionamiento debe considerar su existencia. Es necesario determinar en términos de fiabilidad de sistemas, la probabilidad de que sucedan.
Todo componente de una instalación, como los elementos de seguridad, en especial si son funcionalmente activos, deben estar sometidos a un programa de mantenimiento preventivo para garantizar su correcto estado. Además dicho mantenimiento debe garantizar su renovación antes de haberse agotado la vida media establecida por el fabricante. Por otra parte, los errores humanos, deben ser cuidadosamente analizados en términos probabilísticos para su control, considerando que pueden ocurrir graves accidentes.
Las instalaciones de proceso, aunque tengan un alto nivel de automatización, requieren también la intervención humana. En operaciones normales (carga de aditivos, envasado, control y vigilancia de procesos, etc.) y ocasionales por alteraciones en las condiciones de trabajo precisan de actuaciones correctas y rápidas para disminuir su criticidad. Por ello, en este tipo de instalaciones asegurar un comportamiento correcto para minimizar errores, exige la selección del personal adecuado y el perfecto conocimiento y adiestramiento sobre los procedimientos de trabajo, tanto en circunstancias normales como en situaciones anormales o accidentales.
Análisis funcional de operabilidad (AFO)
El AFO es un estudio de comprobación rigurosa, sistemática y crítica de todos los fallos, errores o desviaciones previsibles. Se realiza en situaciones normales y de acuerdo a determinada concepción de diseño de una instalación de proceso en fase de proyecto o en funcionamiento, estimando el potencial de peligrosidad que generan y sus efectos.
Se trata de un método deductivo de análisis cualitativo para la detección de fallos y de sus consecuencias, y la consiguiente adopción de medidas preventivas.
El AFO debe ofrecer una vía de revisión en cualquier etapa de la vida de una instalación de proceso o parte de la misma. En especial en los momentos clave como la fase avanzada del proyecto y previa la implementación de cualquier modificación.
Oswaldo Zavala Linares dice
Excelente publicación
Seguridad Minera dice
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