La inteligencia artificial (IA) y la digitalización no son ya tecnologías emergentes, sino fuerzas transformadoras que están remodelando el mundo del trabajo. En su informe “El papel de la IA y la digitalización en la seguridad y salud en el trabajo”, publicada en el marco del Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo 2025, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) traza un mapa del impacto actual y futuro de estas tecnologías en los entornos laborales, subrayando tanto su potencial como sus riesgos.
Cada año, más de 2,78 millones de personas mueren por causas relacionadas con el trabajo, mientras que 374 millones sufren lesiones o enfermedades laborales no mortales pero debilitantes. Este contexto sitúa a la tecnología como una herramienta crucial para revertir esta tendencia. La IA, por ejemplo, está revolucionando la gestión del riesgo en tiempo real: desde sensores inteligentes que detectan gases tóxicos hasta algoritmos que predicen accidentes con base en patrones de comportamiento y condiciones del entorno.
El informe destaca cómo la automatización de tareas peligrosas ya ha reducido significativamente la exposición a riesgos físicos. En industrias como la minería o la construcción, los drones y robots han reemplazado a trabajadores en tareas de inspección de estructuras inestables o manipulación de materiales tóxicos. Tecnologías como la realidad aumentada están siendo utilizadas en la formación en seguridad, permitiendo entrenamientos inmersivos y seguros que han favorecido la reducción de accidentes hasta en un 30%.
Otro avance es la gestión algorítmica del bienestar, donde plataformas de monitoreo analizan datos biométricos y de comportamiento para detectar signos de fatiga o estrés crónico. En Japón, por ejemplo, empresas pioneras están utilizando estos sistemas para prevenir el «karoshi» (muerte por exceso de trabajo), un problema nacional con consecuencias devastadoras.
No obstante, el progreso no está exento de riesgos. El uso intensivo de vigilancia digital plantea dilemas éticos en torno a la privacidad, y los algoritmos pueden reproducir sesgos existentes si no son diseñados con criterios inclusivos. Además, el informe advierte sobre la “fatiga digital”, un riesgo emergente asociado al uso continuo de dispositivos electrónicos y plataformas de trabajo virtual que afecta la salud mental y física.
En cuanto a la brecha normativa, el documento señala que sólo un reducido número de países ha actualizado su legislación para integrar los nuevos desafíos de la era digital en materia de SST. Esto deja a millones de trabajadores sin protección adecuada frente a estos nuevos riesgos.
Las recomendaciones de la OIT para una transición justa y segura son claras: se requiere una gobernanza ética de la tecnología, que promueva la transparencia, la participación de los trabajadores en la toma de decisiones y la equidad en el acceso a los beneficios de la digitalización. También es urgente invertir en capacitación digital y alfabetización tecnológica, ya que se estima que un 40% de la fuerza laboral global necesitará reconvertirse para 2030 debido a los cambios tecnológicos.
El informe de la OIT nos recuerda que la revolución digital en el ámbito laboral debe construirse con una brújula ética y centrada en el ser humano. No se trata solo de innovar por innovar, sino de poner la tecnología al servicio del bienestar, la equidad y la dignidad de todos los trabajadores.
Deja un comentario