En Atacama, el desierto más seco del mundo, donde el cobre ha sido rey por más de un siglo, una revolución tecnológica silente y profunda se abre paso a cientos de metros bajo tierra. Chuquicamata, una de las minas más emblemáticas del planeta, enfrenta el futuro con sensores, redes inalámbricas y decisiones en tiempo real. ¿El objetivo? Garantizar la seguridad y continuidad operativa de una de las infraestructuras extractivas más complejas del mundo.
La transición de Chuquicamata desde una mina a cielo abierto hacia una operación subterránea no solo implicó cambios estructurales. También supuso nuevos riesgos geotécnicos: cargas in situ variables, deformaciones del terreno, detonaciones de roca y la amenaza constante del sobreesfuerzo estructural. En un entorno donde una falla puede costar vidas o detener la producción multimillonaria, la vigilancia continua del estado del macizo rocoso se volvió imperativo.
Fue entonces cuando Codelco —la estatal chilena responsable del proyecto— recurrió a una alianza estratégica con Geosinergia y Worldsensing, expertos en monitoreo geotécnico. El resultado: el despliegue del sistema de monitoreo subterráneo más moderno del planeta.
En el núcleo de esta operación está la red inalámbrica de monitoreo remoto de Worldsensing, basada en tecnología LoRa. Este sistema conecta dispositivos de bajo consumo alimentados por batería —como extensómetros, celdas de carga, inclinómetros y sensores TDR— que transmiten información crítica a través de una red de puertas de enlace subterráneas hasta el centro de control de Chuquicamata.
Monitoreo sin cables ni cortes
Una de las grandes innovaciones del sistema es su independencia de cables y fuentes de energía externas, dos puntos críticos en un entorno donde los cables pueden cortarse fácilmente o las condiciones ambientales desafían cualquier instalación tradicional. Los dataloggers instalados pueden funcionar hasta una década sin necesidad de mantenimiento, incluso en condiciones extremas de entre -40 °C y +80 °C. Por ejemplo, un gateway instalado en 2016 sigue funcionando sin intervención. Esa fiabilidad es una de las mayores ventajas del sistema.
La disponibilidad diaria de datos ha transformado la forma en que se toman decisiones en la mina. Los ingenieros pueden actuar preventivamente ante signos de inestabilidad geotécnica, reforzando áreas críticas o ajustando operaciones para minimizar riesgos. Esta lectura constante no solo salva vidas, también optimiza la productividad en un entorno donde cada segundo cuenta.
El caso de Chuquicamata marca un hito en la minería subterránea global. Más allá del cobre, lo que se extrae de sus profundidades es información valiosa que permite anticipar, planificar y proteger. En palabras de los propios operadores, es un modelo que otras minas ya observan con atención.
En una industria históricamente asociada al riesgo, Chuquicamata demuestra que la tecnología no solo puede reducirlo, sino convertirlo en una ventaja competitiva. La mina más grande de Chile ya no solo extrae minerales, ahora también extrae conocimiento. Y ese, sin duda, es un recurso aún más valioso.
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