Con la creciente demanda de minerales, combinada con el agotamiento de los depósitos superficiales y cercanos a la superficie, es natural que la industria se vea obligada a explorar y explotar depósitos más profundos.
Los problemas asociados con la minería a profundidades crecientes son bien conocidos. Estos pueden incluir: aumento de la microsismicidad, aparición de desprendimientos de rocas, problemas de estabilidad y control de la dilución.
Además, una mayor tensión in situ puede provocar una desviación excesiva de los orificios de perforación, así como deformación, es decir, un estrechamiento progresivo, lo que puede provocar la pérdida total y obligar a volver a taladrar. En casos más agudos, se debe implementar diseños especiales de voladuras destensadas para evitar la deformación del hoyo durante o poco después
perforación y la carga de hoyos con explosivos.
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