Argentina. En el 2004 ocurrió un accidente que produjo la muerte de 14 mineros en el yacimiento Río Turbio (YCRT), al sur de Argentina. En aquella ocasión decenas de mineros lograron salir del infierno ese 14 de junio, pero no todos lo consiguieron.
La búsqueda de los que quedaron duró días enteros y fue seguido paso a paso con la ínfima esperanza de que apareciera alguno con vida. Varios días después de la tragedia los socorristas retiraron los últimos cuerpos carbonizados y se abrió así una investigación que a la fecha no ha determinado responsables.
El accidente ocurrió debido a la falta de dos trabajadores que debían controlar la cinta transportadora. De haber contado con el personal y medidas de control, el fuego en la cinta, que transporta el carbón desde el fondo del socavón, no se hubiera propagado desde la unión 9 hasta la unión 14.
Esta breve reseña intenta contar lo que pasó en Río Turbio esos días. La peligrosa combustión del grisú, mezcla de gas metano y aire que se desprende de las paredes de los yacimientos de carbón, consumieron en minutos las vigas de maderas que sostienen los techos y la tragedia se consumó: 14 trabajadores quedaron atrapados.
Según los dirigentes de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), la mina era un peligro latente y existían las condiciones mínimas de seguridad para los trabajadores. Aseguran que la tragedia ocurrió por falta de inversión y controles. Incluso antes del suceso, la operación tenía índices de accidentalidad significativamente más altos que el promedio del sector minero argentino.
Según las investigaciones, todo comenzó la noche del lunes 14 de junio de 2004. Un chispazo en uno de los rodillos de la cinta transportadora de la mina 5 habría iniciado el fuego. Las vigas de madera que enmarcan las paredes y los techos de la mina se quemaron, lo que produjo derrumbes en varios sectores. Las paredes, repletas de carbón, se fueron incendiando en cadena.
A medida que las llamas avanzaban fueron provocando más derrumbes. Algunos trabajadores consiguieron salir luego de caminar agarrándose de las manos y en medio de la oscuridad. Antes habían tratado de escapar en un camión, pero el conductor, a causa del intenso humo, chocó contra una columna. Los 14 trabajadores atrapados quedaron a 600 metros de profundidad y a 1500 metros de la entrada.
Enrique Godoy, segundo comandante médico del Escuadrón 43 de Gendarmería Nacional, fue el único hombre que ingresó en todas las brigadas de rescate: «murieron inmediatamente por intoxicación de monóxido de carbono o por golpes en el cuerpo ocasionados por posibles derrumbes».
«Dentro de la mina no se veía nada. Con las luces de los cascos que arrastrábamos al ras del suelo íbamos buscando a los hombres, la mayor parte del tiempo el humo no dejaba ver nada. Los últimos hombres fueron encontrados muy cerca del fuego«, detalló en declaraciones periodísticas.
«Algunos hombres de la brigada y bomberos también se vieron afectados, intoxicados por monóxido, o bien golpeados por las piedras, adentro se corrieron muchos riesgos», añadió el segundo comandante médico, que debió certificar el estado de cada cuerpo.
En camillas cargaban los cuerpos y a pie los llevaban hasta la Unión 21, a más de mil metros del sitio de la tragedia. Luego, la ambulancia realizaba los siete kilómetros por el centro de la montaña. La mayoría de los días las temperaturas alcanzaban los 100 grados centígrados. Los primeros días, las tareas solo eran realizadas por los brigadistas mineros, hombres entrenados para situaciones de rescate y el médico gendarme junto con sus hombres.
El entonces presidente Néstor Kirchner realizó un viaje relámpago a Río Turbio para dar su pésame a los familiares de los trabajadores hallados sin vida por los rescatistas. «Fue un accidente. Ahora hay que determinar técnicamente si hubo negligencia o no, porque si hubo alguna responsabilidad las cosas van a ser muy claras, no se va a encubrir a nadie», dijo en ese momento.
El diario La Nación publicó que «fue una tragedia anunciada. Por la falta de inversiones en el yacimiento entre 1994 y 2004 -primero, durante una concesión al empresario Sergio Taselli, y los dos últimos años, en poder del gobierno nacional- existía un estado de gran precariedad, según informes técnicos presentados por la Auditoría General de la Nación y las reiteradas denuncias de los dirigentes gremiales de entonces».
La trayectoria de las minas de carbón de la cuenca del Río Turbio, desde sus inicios en 1942 conoce de períodos de auge, como en la década del `50 y hasta mediados del `70, con una producción anual de más de un millón de toneladas y 5.000 trabajadores operando; y de períodos de desolación, luego de la privatización realizado en 1994 durante el gobierno de Menem, con vaciamiento empresarial, una caída en los puestos de trabajo a menos de 1.000 trabajadores, y el riesgo concreto de convertir a Río Turbio en un pueblo fantasma.
Texto basado en artículo de El Diario Nuevo Día de Argentina.
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