La macroergonomía es concebida por algunos autores como la tercera generación de la ergonomía. Su conceptualización contemporánea se debe a Hal. Hendrick, quien en la década de los ochenta preconiza este enfoque. En tal sentido, la macroergonomía surge de la necesidad inicial del diseño y gerencia organizacional. Además se considera una derivación de la ergonomía porque parte del análisis de las mejoras en los aspectos físicos del trabajo.
Dichas mejoras en los aspectos físicos son necesarias, pero no suficientes en el ámbito laboral. Por ello existen varios aspectos que la macroergonomía introduce, que en conjunto denominamos «contexto». De acuerdo a Hendrick (2008) se trata de áreas de investigación como la productividad, el manejo de desperdicios y la adopción de nuevas tecnologías de la información. Implica una visión completa del humano y sus problemas sociales.
Esto es reafirmado por Rodríguez, Pérez & Montero (2012), quienes desde hace varios años han reconocido la necesidad de miradas más allá de los aspectos obvios de la microergonomía (nivel de puesto de trabajo). Sostienen que es necesaria una valoración general del ambiente laboral, tal como propone Hendrick (2008), Hendrick (2000) y Willson (2000), tanto a nivel de la mesoergonomia (nivel supervisorio) y la macroergonomía con la institucionalización de las políticas (nivel directivo).
La definición anterior supone elementos como los «sistemas». Von Bertalanffy (2015) define sistema como un conjunto complejo de elementos en interacción que tienen un fin común. Para García Acosta (2010) “se concibe como sistema ergonómico, el compuesto por tres subsistemas o elementos que interactúan entre sí: el ser humano, los objetos,- máquinas y los espacios físicos (los dos últimos conforman un ambiente construido) que operan en un entorno. Además, el entorno del sistema ergonómico está compuesto por cinco factores que son: político-jurídico, económico-financiero, socio-cultural, tecnológico-científico y ecológico-geográfico”.
Asimismo es importante fijar posición en torno a la gestión de la innovación en seguridad. Esta es entendida como “el proceso de aprendizaje orientado a ordenar, sistematizar y monitorear actividades que conlleven a la búsqueda continua y proactiva de negocios viables que generan valor económico, social, así como de aprecio para el cliente”. Para Luhmann (2006), los conceptos de gestión e innovación están íntimamente relacionados. Él sugiere que innovación es “…un proceso de decisión contrainductivo, un proceso de decisión que decide diferente a lo que era de esperar y así, cambia las expectativas”. Esta definición asociada a la de gestión elaborada por Albomaz & Fernández (2006) denotan un interés de cambio de paradigmas en la acción, figura 1.
Finalmente, la escalabilidad resiliente ha sido definida por Carrasquero (2016) como “la habilidad intrínseca de un sistema para ajustar su funcionamiento, previo a cambios y/o perturbaciones, de tal modo que pueda sostener sus operaciones aún después de un acontecimiento grave o en presencia de estrés continuado y aumentar la capacidad de trabajo o de tamaño sin comprometer el funcionamiento y calidad normales del mismo”.
Escrito por Ender Carrasquero, presidente fundador de UVIERSO y director académico del Centro Ergonómico Venezolano y Estudios del Trabajo-CEVYET.
Guillermo Neusa dice
Buenas noches.
Me pueden informar, a que dirección puedo enviar artículos en Ergonomía.
Gracias
Seguridad Minera dice
Estimado Guillermo, puede compartirnos información a prensa@revistaseguridadminera.com
Brenda Gómez dice
Hola, me parece muy interesante el desarrollo del tema.
¿Pudieran compartir las referencias de las fuentes que citan a lo largo del artículo? Por favor.
Muchas gracias.