En seguridad, es uso muy común ocuparse y preocuparse por las condiciones de operación de tal o cual equipo, herramienta o instrumento. Es un hecho cierto que las condiciones inadecuadas de conservación u operatividad de las máquinas, herramientas o equipos ocasionan accidente a quien los usa u opera. Es menester también mejorar las condiciones del ambiente que contribuyan a realizar un trabajo en el tiempo y costo estimado y sin accidentes.
Sabemos que los accidentes se originan en su mayoría (90% a más) por error humano y que entonces los esfuerzos para que se eviten accidentes o lesiones deben dirigirse al ser humano más que a las máquinas y a las condiciones de ambiente. Esto es una verdad innegable. Entonces, por qué omitir algo fundamental: cómo hacer prevención basada en el enfoque del factor humano.
La seguridad es un sentimiento, es una percepción, la seguridad no es un objeto o una condición tangible. La seguridad es una emoción. Es un estado subjetivo resultante de la aplicación de elementos o actividades tangibles previas como las estrategias de cambio organizacional, motivacional, de reforzamiento de conductas deseadas y modificación de conductas no deseadas, una inspección, una protección, un procedimiento de trabajo bien hecho, etc.
Antes que hablar de seguridad debe hablarse de prevención. Es por ello, que los mayores esfuerzos deben estar dirigidos a tratar el factor humano que interviene en los accidentes, el factor psicosocial. No se debe estar de espaldas a la realidad, a lo tangible, desdeñando el valioso aporte de la psicología. Dejando de lado y sin desarrollar la percepción del riesgo en el ser humano, siendo la clave de la solución.
La prevención de accidentes sin psicología, sin las técnicas que modifiquen la conducta humana, sin las técnicas que motiven o generen el cambio actitudinal, sólo es reactiva y no está dirigida a la causa básica o real. No previene.
Por Luis Asunción Valverde, Psicólogo-prevencionista.
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