Los signos vitales son medidas de varias estadísticas fisiológicas frecuentemente tomadas por profesionales de salud para así valorar las funciones corporales más básicas.
El Manual de primeros auxilios para socorristas de la Cruz Roja Panameña explica que hay cuatro signos vitales que están estandarizados en la mayoría de establecimientos médicos:
- Temperatura corporal.
- Pulso (o frecuencia cardíaca).
- Presión arterial.
- Frecuencia respiratoria.
El equipo necesario es un termómetro, un esfigmomanómetro y un reloj. Aunque el pulso frecuentemente puede ser tomado a mano, se puede requerir un estetoscopio para un paciente con un pulso débil.
¿Quinto signo vital?
Se ha propuesto varios signos adicionales, pero ninguno ha sido oficial ni universalmente adoptados debido a lo costoso para obtener los equipos requeridos para diagnosticarlos y la dificultad para entrenar profesionales novatos. La frase “quinto signo vital” usualmente se refiere al dolor, como percibido por el paciente en una escala de dolor de 0 a 10.
Se valora el nivel de dolor de un paciente consciente, ya que el inconsciente es tomado en cuenta dentro de la escala de Glasgow y la nemotecnia AVDI.
Algunos médicos han notado que el dolor es en realidad un síntoma subjetivo y no un signo médico objetivo; por lo tanto, objetan esta clasificación.
Otras fuentes incluyen la oximetría de pulso como su quinto signo. El principio de acción de este signo que se valora desde 1940, es de la siguiente manera:
Un monitor de oxígeno sanguíneo muestra el porcentaje de la hemoglobina arterial en la configuración oxihemoglobina. Los rangos normales van de 95 a 100 por ciento, aunque son frecuentes los valores que bajan hasta el 90%. Para un paciente respirando aire ambiente, en alturas no muy por encima del nivel del mar, se puede hacer una buena estimación de la pO2 arterial con un buen monitor.
Algunas fuentes también consideran el tamaño de la pupila, igualdad y reactividad a la luz como un signo vital.
¿Sexto signo vital?
No hay un “sexto signo vital” estándar. Su uso es mucho más informal y algunas propuestas incluyen continencia urinaria, CO2 al final de la espiración, estrés emocional, espirometría, glucosa, estado funcional, presión intracraneal y signos de la piel (color).
El llenado capilar ha sido tomado en cuenta, como signo para evaluar la condición de la circulación sanguínea en un momento de tiempo, durante una emergencia medica. Se aplica presión sobre el lecho ungueal hasta que este se torne blanco, lo que indica que la sangre ha sido forzada a salir del tejido, lo cual se denomina palidez. Una vez que el tejido ha palidecido, se quita la presión.
Mientras el paciente sostiene la mano por encima del corazón, el socorrista mide el tiempo que le lleva a la sangre regresar al tejido, indicado por el retorno del color rosado a la uña. Este tiempo es de menos dos segundos, si es más dos segundos, puede ser por los siguientes factores: deshidratación, shock, enfermedad vascular periférica (EVP) e hipotermia.
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