En un contexto de reducción progresiva de los accidentes laborales, el desprendimiento de rocas es el tipo de evento más recurrente en la minería peruana. Se estima que representa el 32% de los accidentes mortales ocurridos en los últimos 15 años. Una atención especial a cómo contrarrestarlo podría contribuir significativamente a elevar el desempeño de las operaciones mineras y, por sobre todo, a preservar la vida de los colaboradores.
El Reglamento de Seguridad y Salud Ocupacional en Minería establece las acciones que empresas y operadores están obligados a desarrollar. La norma señala que para elegir el método de explotación de menor riesgo, el plan de minado debe considerar las condiciones más desfavorables de la masa rocosa del depósito mineralizado, según el estudio geomecánico que debe haberse realizado.
El plan de minado debe establecer una relación de comunicación técnica y profesional entre las áreas de geología, geomecánica, mina y el gerente de Seguridad y Salud Ocupacional para prevenir el desprendimiento de rocas, en especial en zonas de gran perturbación estructural.
Cuando en el avance de labores mineras subterráneas horizontales, inclinadas o verticales, se encuentren rocas incompetentes, se procederá a su sostenimiento inmediato antes de continuar las perforaciones. Para ello se debe aplicar el principio de “labor avanzada, labor sostenida”, según lo establece el artículo 209.
Sin embargo, existen oportunidades de mejora que podrían optimizar el control del desprendimiento de rocas. Una de ellas es la caracterización del macizo rocoso mediante el levantamiento litológico estructural, en opinión del ingeniero de minas Luis Torres Yupanqui, decano de la Facultad de Ingeniería de Minas de la Universidad Santiago Antúnez de Mayolo.
“Pensamos que el comportamiento de la roca será siempre la misma en toda la operación minera, pero no es así. Habrá zonas con presencia de discontinuidades, lo que conllevará a la inestabilidad de la labor minera, tanto sea permanente como temporal. En mi experiencia, es fundamental trabajar con los datos del laboratorio de mecánica de rocas”, explica el ingeniero Torres Yupanqui.
El investigador recomienda que el área Geomecánica efectúe un permanente seguimiento del comportamiento de la roca, así como de la presencia del agua y de las discontinuidades. “Cada vez que estemos en una labor minera debemos tener en cuenta ese comportamiento y asegurarnos que esa información se registre en la cartilla geomecánica”, señaló tras indicar que esta cartilla siempre debe estar actualizada.
Por su parte, el ingeniero de minas y consultor Miguel Berrocal Mallqui plantea identificar la magnitud y orientación de las tensiones principales del macizo rocoso, lo que permitirá excavar secciones con formas que se adapten a ellas. “Actualmente estamos haciendo excavaciones subterráneas sin ese criterio. Las formas no se adaptan a las tensiones, las cuales no son desviadas ni reacomodadas, originando la caída de la rocas”.
Por ello, el estudio geomecánico debe contener un plano tensional del macizo rocoso: dividir la longitud de la mina en secciones e identificar las tensiones que van ocurriendo en cada avance. “Con las tensiones in situ identificadas por sección podremos hacer el plano seccional de las tensiones y, por lo tanto, calcular la abertura adecuada de la sección”, puntualiza el especialista.
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