La gestión del sueño en minería se ha convertido en un factor crítico para la seguridad y productividad operacional. El webinar «Gestión del sueño y la fatiga en altura y otras condiciones de trabajo», organizado por el Instituto de Seguridad Minera (ISEM), reunió a expertos de Perú, Chile y Canadá que coincidieron en una advertencia rotunda: en la minería del siglo XXI, el sueño es tan estratégico como la ley del mineral.
El triángulo fatiga-turnos-hipoxia en operaciones mineras
El médico chileno Dr. Miguel Acevedo Álvarez presentó un diagnóstico contundente sobre la gestión del sueño en minería: «El trabajo nocturno es un experimento contra natura para una especie diurna; si además quitamos oxígeno, creamos la tormenta perfecta». Sus estudios clínicos en faenas de cordillera evidencian un efecto sinérgico entre desalineación circadiana, restricción crónica de sueño y presión parcial de oxígeno reducida.
Las mediciones en campamentos sobre 3,500 metros revelan que la frecuencia cardiaca y la presión arterial diastólica aumentan 10% mientras la saturación de oxígeno baja tres puntos, deteriorando tanto la eficiencia del sueño como el rendimiento cognitivo en operaciones mineras.
Impacto estadístico de la fatiga minera
La fisiología respalda las estadísticas: por cada noche adicional trabajada en altura, el riesgo de error operacional crece 7%. Esta evidencia llevó a Acevedo a proponer restringir a tres las guardias nocturnas consecutivas y establecer dormitorios permanentes por debajo de los 3,000 metros cuando la topografía lo permita.
El dilema clásico entre jornadas de 8 horas (5×2 o 9×3) frente a ciclos de 12 horas (4×4) se intensifica al agregar hipoxia y traslados. Tras 12 horas de labores, un operador de pala apenas dispone de tiempo para asearse, cenar y dormir; la «ventana protegida» raras veces supera seis horas reales de descanso.
Exposoma: cuando la fatiga empieza en casa
La licenciada chilena Sonia Carlos introdujo el concepto de exposoma en la gestión del sueño minería, definido como el mapa vital de factores ambientales, ocupacionales y personales que un trabajador acumula «desde la concepción hasta la jubilación». En cuadrillas de gran minería, los estresores externos (contaminantes, radiación UV, trayectos prolongados) y generales (sedentarismo, hábitos de sueño, nivel socioeconómico) interactúan con variables internas, amplificando la fatiga.
Hallazgos contraintuitivos en salud ocupacional
Carlos destacó dos descubrimientos sorprendentes:
- La hipertensión y diabetes son predictores más robustos de somnolencia diurna que los ronquidos
- Dos horas diarias de traslado en bus de alta montaña equivalen a añadir un turno semanal extra por la carga de estrés y vibración
Su propuesta combina tamizaje metabólico, programas de actividad física y transformación del transporte: asientos reclinables, iluminación tenue y silencio para inducir micro-siestas durante el ascenso y descenso.
Estudios en condiciones extremas: el caso ALMA
El fisiólogo Dr. Marc Poulin, de la Universidad de Calgary, presentó investigaciones realizadas en el observatorio ALMA (5,050 metros). Su equipo empleó polisomnografía portátil y pruebas de reacción para medir técnicos que suben y bajan diariamente.
Sin oxígeno suplementario, los micro-despertares aumentan 60% y los errores en tareas de atención sostenida se triplican. Con aporte de oxígeno durante el sueño, la arquitectura de fase profunda mejora y la tasa de fallos vuelve a niveles de campamento base.
Impacto a largo plazo en trabajadores mineros
Poulin recordó que «más de 200,000 peruanos trabajan por encima de 2,500 metros» y que la combinación de hipoxia intermitente y sueño fragmentado acelera marcadores de inflamación neural, representando un riesgo a largo plazo para deterioro cognitivo y demencia.
Apnea del sueño: riesgo corporativo en minería de altura
El doctor Eduardo Bazán Lavanda subrayó que la apnea obstructiva del sueño constituye un riesgo corporativo de primera magnitud en la minería de altura. Esta condición interrumpe la respiración, quiebra la arquitectura del sueño y multiplica la somnolencia diurna, elevando exponencialmente la probabilidad de errores críticos y accidentes.
Protocolo de detección temprana
Bazán planteó un tamizaje escalonado que incluye:
- Cuestionarios digitales como STOP-Bang o Berlin
- Oximetría nocturna y dispositivos portátiles
- Monitoreo de saturaciones durante ciclos completos de rotación
- Polisomnografía para casos que requieren confirmación clínica
El objetivo es detectar tempranamente a un porcentaje de trabajadores que podría oscilar entre 50% y 90% en campamentos andinos, protegiendo tanto la salud individual como la integridad de las operaciones productivas.
Tratamiento personalizado y tecnología aplicada
En la vertiente terapéutica, Bazán propuso una respuesta «a la carta» que incluye:
- CPAP o auto-CPAP en cuadros severos
- Dispositivos de avance mandibular para pacientes intolerantes a presión positiva
- Oxígeno o pequeñas dosis de CO₂ durante el sueño para amortiguar la hipoxia
- Fármacos como acetazolamida para reducir la respiración periódica
Estas intervenciones se apoyan en sistemas de telesomnología que permiten ajustar parámetros y verificar adherencia sin interrumpir la faena, complementándose con una cultura preventiva que limite las noches consecutivas y forme supervisores para reconocer fatiga in situ.
Impacto económico de la gestión del sueño en minería
Los especialistas coincidieron en que la fatiga no es solo un problema de salud sino un vector de pérdidas millonarias. Cada accidente atribuible a somnolencia cuesta en promedio 1.2 millones de dólares entre daños, horas hombre y paralizaciones.
A esta cifra se suman pasivos ocultos: aumento de rotación, ausentismo y primas de seguro. En la última década, los grandes contratos de compraventa de concentrados incorporan cláusulas ESG que obligan a reportar indicadores de bienestar laboral; el sueño, hasta hace poco invisible, gana espacio en las auditorías.
Ventaja competitiva en la minería moderna
Como subrayó Poulin, «la próxima ventaja competitiva será la calidad del sueño de la cuadrilla». Un programa robusto de gestión de fatiga no solo salva vidas: aporta continuidad operacional, atrae talento y acredita responsabilidad social ante inversionistas cada vez más sensibles al factor humano.
El webinar de ISEM concluyó con un consenso poco habitual: la fatiga no es un destino inevitable, sino un riesgo gestionable con ciencia, inversión y voluntad. En un sector donde el negocio depende de hombres y mujeres que trabajan mientras el resto del mundo duerme, garantizarles un sueño reparador es, literalmente, cuestión de altura.
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