Es bien conocida la gran incidencia del factor humano (conductor o peatón) en el desencadenamiento de los accidentes de tránsito, ya que en la inmensa mayoría se registra en algún momento un fallo humano.
Para conducir adecuadamente se precisan condiciones físicas mínimas y conocimientos sobre la conducción. Sin embargo, no se precisan aptitudes físicas excepcionales e incluso personas con discapacidad conducen bien con vehículos preparados para ellos, sin que se registren mayores índices de accidentes que en otras personas.
Los conocimientos necesarios tampoco son difíciles, pero la práctica demuestra que además de saber lo preciso para aprobar un examen de conducir, hace falta alguna experiencia en la conducción real. Por ello, los conductores que no han recibido otra información que la exigida para obtener el citado permiso suelen tener accidentes con mayor frecuencia de lo normal durante el primer año de práctica, mientras que los conductores que recibieron cursos especiales de formación tienen siempre menores índices de accidentes. La responsabilidad del factor humano en la producción de accidentes se cifra aproximadamente en el 90% de los casos.
Las causas hay que buscarlas en diversos factores, destacando por encima de los demás las causas psíquicas, la búsqueda del riesgo, causas físicas, falta de respeto a las normas y a deficiencias en la percepción.
Según diversas estadísticas efectuadas, la velocidad excesiva ocupa el primer lugar dentro de las causas de la accidentabilidad.
La distracción
Uno de los elementos subjetivos que interviene con mayor frecuencia en los accidentes de tránsito es la distracción, que se presenta tanto en el conductor como en los peatones o pasajeros, quienes por negligencia o descuido se exponen a sufrir diversos accidentes con consecuencias lamentables para su vida o integridad física.
Si bien el ser humano tiene la necesidad de distraerse para olvidar momentáneamente sus problemas o las situaciones negativas que lo afligen, esto no quiere decir que deba exponerse a peligros que atenten contra su propia integridad física. Por ello, es importante controlar nuestras distracciones, sobre todo aquellas que afectan al desarrollo personal frente a la realidad del tránsito, que es cada día más complejo y heterogéneo.
La distracción es un estado psicológico de dispersión mental que impide temporalmente a una persona prestar la debida atención a las cualidades del objeto, es decir, que constituye una incapacidad transitoria para captar o aprehender las características de los objetos o hechos reales.
Esta manifestación del fenómeno anímico de la atención se presenta en forma variada en la circulación de los vehículos, donde los agentes de tráfico y el semáforo constituyen el foco de atención del sujeto.
Los diversos estímulos de atención en el tránsito están constituidos por las luces de los semáforos, las sirenas de los vehículos de emergencia u otros, las maniobras para adelantar a un vehículo en marcha o detenido, la captación de las señales de los agentes de tráfico, el control de la velocidad del vehículo, etc. Estos factores deben ser percibidos de inmediato y el conductor debe reaccionar y actuar de forma adecuada.
Entre las causas de distracción más comunes destacan el hablar con el teléfono móvil, estar agobiado por problemas, no ver las señales de tráfico, conducir con prisas, discusiones con los pasajeros, sueño, leer o consultar mapas, encender cigarrillos, manipular equipos de música o no utilizar las medidas de seguridad activa.
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Existen algunos procedimientos técnicos recomendables, especialmente para los conductores de vehículos motorizados, con el fin de evitar la distracción. Son los siguientes: alejarse de aquellos estímulos que distraen, como música, avisos publicitarios, alcohol, etc.; no responder a los estímulos que constituyen distracción; asumir una actitud defensiva frente a los estímulos que lo puedan distraer; emplazar los estímulos y anularlos, no dándoles importancia.
Es indudable que dentro de las funciones preventivas de los agentes de tráfico desempeña un papel importante, ya que con su actividad previsora, al orientar y corregir adecuadamente a los conductores de las unidades motorizadas, evita una serie de accidentes que pueden traer consecuencias fatales tanto para el chofer como para los usuarios de dichos vehículos, así como para los peatones que circulan desprevenidamente.
Telefonía móvil
El empleo de la telefonía móvil y de las tecnologías multimedia actúan directamente en la seguridad vial al presentarse como elementos fundamentales en la distracción del conductor. La gran carga de información generada por el uso y manejo del teléfono móvil durante la conducción da lugar a que existan situaciones o indicaciones del tráfico que no sean detectadas por el conductor con el consecuente riesgo potencial de accidente. De forma resumida se puede considerar que los efectos negativos más importantes que produce la telefonía móvil, así como las tecnologías multimedia integradas en el vehículo son: interferencia en el manejo del vehículo, aumento de las distracciones, pérdida de la noción de la situación del vehículo respecto al tráfico, desvío de la trayectoria del vehículo, velocidad reducida (anormalmente reducida) con relación al resto del tráfico, aumento del tiempo de reacción y de la distancia de seguridad ante cualquier emergencia.
De los estudios realizados hasta el momento se concluye que aproximadamente la mitad de las señales de tráfico pasan inadvertidas y no se respeta la prioridad en uno de cada cuatro cruces. Además, los momentos de mayor peligro con la telefonía se producen cuando se recibe una llamada, al haber un elemento de sorpresa e incluso cambian las pulsaciones y la actividad cerebral. Respecto al empleo del teléfono de manos libres, se comprobó cómo durante los dos primeros minutos de conversación todavía se mantenía la atención, pero a partir de ese momento se iba perdiendo paulatinamente la atención en el tráfico.
Hablar por el móvil mientras conducimos puede llegar a ser igual de peligroso que superar la tasa máxima de alcohol permitida, además de estar prohibido. Esta afirmación se desprende de unos estudios realizados en Inglaterra. El estudio analizó los tiempos de reacción y el desarrollo de la conducción entre distintas personas a través de un simulador. La investigación ha probado cómo se debilita la percepción al conducir hablando por teléfono móvil, con un teléfono de manos libre y cuando se han superado los límites de alcoholemia.
El alcohol
El alcohol tiene un efecto tóxico hacia el sistema nervioso y ejerce un efecto adormecedor sobre algunas de sus funciones, por lo que los reflejos se retardan y la visión se hace menos nítida. Pero también provoca otros efectos, como esa agresividad, latente en muchos conductores, pero que se presenta en toda su virulencia cuando se ha tomado alguna copa de más.
Está demostrado que cuando el contenido de alcohol en la sangre sobrepasa el uno por mil (alrededor de medio litro de vino), el porcentaje de errores cometidos al conducir aumenta muy rápidamente.
El problema del alcohol en la conducción presenta un doble aspecto. Por una parte el de las personas alcoholizadas, que aunque procuran conducir con prudencia suelen cometer errores con consecuencias gravísimas. En este caso poco frecuente hay que impedirles que puedan conducir hasta que reciban el tratamiento médico necesario para corregir su estado.
Por otra parte está el caso de los bebedores no habituales, pero que en alguna ocasión beben en exceso, y que sin percatarse de su estado conducen de forma imprudente. Esta situación trata de combatirse actualmente con concienciación del público respecto el peligro de conducir tras haber ingerido bebidas alcohólicas y con vigilancia policial.
La educación de la atención en el tránsito
Es muy importante desarrollar una campaña de educación vial, especialmente en la formación profesional de los choferes de los vehículos en el ámbito laboral, con el fin de que cumplan eficientemente su función.
Esta debe incidir en su capacidad de atención, en sus reflejos, sensibilidad, inteligencia, sentimientos de respeto a la vida y la propiedad, sentido de responsabilidad y ética profesional, así como en el conocimiento y la aplicación de las normas de tránsito, etc. Igual campaña debe emprenderse con el público hasta conseguir plenamente que el peatón (niño, adolescente o adulto) aprenda también a respetar las señales de tránsito y a desplazarse por la acera, zonas de seguridad, etc. Asimismo, a reaccionar frente al peligro imprevisto, a tomar sus precauciones y a no exponer su vida.
Finalmente, debemos señalar que el agente de circulación, además de conocer las normas respectivas, debe estar capacitado para interpretar adecuadamente las actitudes humanas; así como saber qué posición adoptar para resolver los diversos y complicados problemas que le plantea diariamente el tráfico de vehículos.
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Recomendaciones
Es imprescindible tomar en consideración las siguientes recomendaciones para evitar accidentes de tránsito:
- El conductor debe evitar distraerse conversando con los amigos que viajan en el vehículo, ya que no se controla normalmente el volante y se pierde la debida atención. Asimismo, no se debe fumar, porque ello perturba la atención cuando se está conduciendo. Otro peligro puede ser estar “hipnotizado” con la música. Tampoco es recomendable dedicarse a jugar en los paraderos, perdiendo el tiempo y después pretender recuperarlo en el trayecto. Debe evitarse pensar en asuntos ajenos a la conducción del vehículo, así como discutir con los pasajeros.
- El peatón debe tener cuidado al cruzar, cerciorándose previamente de que no haya vehículos en marcha. Asimismo, no debe cruzar leyendo ni dedicarse a jugar en el centro de la calzada. Es muy importante fijarse en ambos sentidos cuando la calzada es de doble tránsito, así como no ponerse a conversar o discutir en el centro de la calzada. Otro consejo de vital importancia consiste en no pasar delante del vehículo del que acaba de bajar. Por último, se recomienda no caminar por la calzada sino por la acera o vereda, etc.
- El pasajero debe abstenerse de bajar o subir cuando el vehículo está en marcha, discutir con el conductor del vehículo o avisar de forma inoportuna para bajar.
- El agente de circulación debe cumplir con la aplicación rigurosa de lo señalado en el Reglamento Nacional de Tránsito. Asimismo, debe sancionar con la papeleta correspondiente al conductor que cometa una infracción. Debe estar atento a toda anormalidad en el desarrollo de la circulación, así como reaccionar rápidamente cuando la situación del tráfico lo requiera. Debe ser lo más justo que pueda cuando desempeñe funciones de distribución del tiempo en cada sentido y discriminar las zonas preferenciales.
Factores que favorecen la no-accidentalidad
Existen una serie de factores que no tendríamos que obviar, pues favorecen la no accidentalidad:
- Ergonomía, es decir, el funcionamiento del binomio hombre-máquina con el fin de mejorarlo.
- Pedagogía, o lo que es lo mismo, enseñar al conductor a utilizar toda la información de la que dispone para mejorar su conducción.
- Interpretación, en la que el conductor interpreta la información de que dispone, según el nivel de vigilancia y percepción en que se halle en cada momento.
- Automatismo, es decir, procesos de comportamientos automáticos ante determinadas circunstancias ya sean de urgencia o no.
De todos ellos, destacan dos por encima de los demás: el primero es la interpretación, pues es verdad que hoy en día con la cantidad de vehículos que existen en cualquier carretera, hay que ser un verdadero “mago” para saber interpretar y predecir lo que otro conductor va a realizar. El segundo, el más importante, es el de la pedagogía, es decir, elevar el nivel de formación vial del conductor y también el de los futuros conductores, empezando desde la escuela, en la infancia. ¿Cómo se mejoraría el nivel de educación vial del conductor?
Sencillo, simplemente mejorando día a día la calidad de la enseñanza, lo que lleva a elevar el nivel de los exámenes para la obtención de los diferentes tipos de carnés y al mismo tiempo, obligando a los conductores a períodos de reciclaje cada cierto número de años de conducción.
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Los conductores noveles
El conductor novel, suele ser por término general, una persona joven, adolescente y con muy poca experiencia de la vida, cosa que se traduce en una aceptación del riesgo importante.
Estudios de accidentalidad indican que es precisamente en los jóvenes se producen los mayores índices de accidentes mortales; los mismos estudios muestran que dichos accidentes se producen por ingestión de alcohol o drogas, por establecer competitividad con otro u otros conductores, etc., lo que lleva a pensar que los accidentes en los jóvenes están más en función de su modo de vida que en el dominio y conocimientos del vehículo en sí.
Por ello, más que aumentar el número de prácticas en la obtención del carné de conducir, sería más interesante incidir más en la educación vial, dando más información sobre las consecuencias del alcohol y de las drogas en la conducción; esto es, más conocimientos y más responsabilidad en la toma de decisiones.
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