El diario La Nueva España realiza un informe especial a 107 años de la primera brigada de salvamento en la empresa Duro Felguera, en Asturias.
La historial inicia el 1 de enero de 1912, indica el diario. «En esa fecha se realizó la primera sesión de prácticas con un equipo formado por un facultativo y cinco mineros de primera, cuya dirección corrió a cargo de don Manuel Sancho, ingeniero de minas y director técnico de Duro Felguera. Este grupo de personas formaron la primera Brigada de Salvamento Minero, que tenía su Estación Central de Salvamento en un departamento del Hospital de Duro Felguera, hoy conocido como Sanatorio Adaro, ubicado en Sama de Langreo. Esta primera Brigada disponía para su complejo trabajo de cinco equipos de protección respiratoria con dos horas de autonomía, tres pulmotores, tres inhaladores, dos camillas con inhalador y un equipo de protección respiratoria con manguera y fuelle.
Ha pasado más de un siglo de este avance en la seguridad en las minas, pero ya en los años previos hubo movimientos para su constitución. Hay que remontarse a la época de la reina María Cristina, quien en 1897 aprobó el Reglamento de Policía Minera. Más adelante, otro paso lo dio el rey Alfonso XIII, quien aprobó el Reglamento provisional de Policía Minera, un documento en cuyo capítulo XIX habla del Salvamento Minero. Y es que hasta aquel entonces las explotaciones mineras asturianas carecían de personal cualificado expresamente para estos trabajos de salvamento ante situaciones de emergencia, a pesar de los numerosos accidentes que se producían con fatídicos desenlaces.
Precisamente fue una catástrofe acontecida en la mina de Courrières, en Lens, Paso de Calais (Francia), la que removió a las autoridades para que se preocuparan del problema de la seguridad y tomaran medidas. Este accidente ocurrió el 10 de marzo de 1906, hacia las diez y media de la mañana. Se trató de una terrible explosión de grisú en el pozo número 3 que hizo saltar por los aires las jaulas y estructuras causando la muerte a 1.099 mineros.
En Asturias, la Sociedad Duro Felguera empezó a inquietarse ante los numerosos accidentes mineros y buscó una fórmula para dotar a sus explotaciones de un equipo de salvamento especializado. A Duro Felguera se sumaron otras empresas y, en 1911, se celebró una reunión de las principales empresas del valle del Nalón, entre las que cabe destacar a Duro Felguera, Carbones de la Nueva, Minas de Coto del Musel, Minas de Langreo y Siero, Elorduy y Díaz Caneja, entre otras, acordando constituir una Brigada de Salvamento Minero común y dotada con los medios necesarios para actuar con eficacia y seguridad; finalmente se materializó el 1 de enero del año siguiente.
La primera Brigada realizó su primer rescate el 26 de agosto de 1912 en el pozo María Luisa en Ciaño, en Langreo. Esa jornada tuvo que enfrentarse a los efectos de una explosión de grisú, afortunadamente, sin registrar víctimas. Sería el 20 de mayo de 1914, cuando la Brigada realiza su primer rescate de personas, también en el pozo María Luisa, donde otra explosión de grisú causó la muerte a cuatro obreros y dejó gravemente herido a otro. Precisamente en el año 1914, ya en plena Guerra Mundial, la mayor parte de las compañías de la comarca minera formaban parte de la Brigada.
Más tarde, tras comprobarse los buenos resultados de la iniciativa, sociedades como Hulleras de Turón, ligada a la siderurgia vasca, o la Hullera Española, del marqués de Comillas, ambas asentadas en la cuenca del Caudal, se irían integrando en el cuerpo de intervención. Se forjó entonces la leyenda de los brigadistas: mineros experimentados dispuestos a arriesgar la vida por sus compañeros y preparados para trabajar en las condiciones más extremas. Con la Brigada ya en marcha, con equipos en las comarcas del Caudal y el Nalón para mejorar los tiempos de respuesta, las comunicaciones y los medios no eran como los de ahora, otras empresas mineras asturianas, en las que hubo inversores tan significados como los Rothschild o los Grimaldi, se sumaron también a la iniciativa.
El retén inicial de la Brigada se instaló en Sama de Langreo, donde continúa hoy, después de cien años, su sede. Desde allí, desde la calle La Nalona, junto al castillete del pozo Fondón, el cuerpo de intervención y rescate de la Asociación de Salvamento en las Minas -órgano nacido en 1920 que actualmente integran el Principado de Asturias, las empresas de carbón Hunosa y Carbonar, la compañía de fluorita Minersa y la aurífera Kinbauri– presta servicio en explotaciones mineras de toda España. El principio de solidaridad sigue siendo la base de su trabajo y una regla que ha convertido a la Brigada en un emblema de Asturias.
Afortunadamente, con los años y con mucho esfuerzo por parte de las compañías mineras, los accidentes han disminuido drásticamente (la estadística lo revela), pero eso no evita el trabajo continuo de los brigadistas, que permanecen en alerta y listos para intervenir 24 horas del día, todos los días del año. La labor es constante. Las instalaciones del cuerpo de rescate cuentan con una zona para prácticas y entrenamiento en la que se reproduce la rambla de una galería minera, escenario en el que suelen llevarse a cabo simulacros. En esa misma parte del retén, se encuentra el “túnel de humo”, un laberinto en el que se reproducen las condiciones de los incendios subterráneos, más frecuentes de lo deseable en las minas.
La paulatina reducción de la actividad minera, la mejora de las condiciones de seguridad laboral y la consiguiente caída de las cifras de accidentes no han sido óbice para la continuidad de la Brigada, que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos ampliando su ámbito de intervención a la esfera civil. Con este objetivo, el equipo de emergencias mineras ha suscrito, a través de la Asociación de Salvamento en las Minas, varios convenios para prestar servicio en grandes obras de infraestructuras -presas, colectores o túneles, como los del AVE bajo Guadarrama y Pajares- o en compañías del sector energético, como Hidroeléctrica del Cantábrico. También hay acuerdos con la Escuela Nacional de Protección Civil.
De esta forma, tras la firma de los convenios, el cuerpo de rescate participa, junto a otros equipos de emergencias, en intervenciones en incendios en túneles o en instalaciones industriales, siempre en operaciones que se desarrollan en condiciones extremas con equipos de respiración autónoma en circuito cerrado. A consecuencia de esta política de especialización y ampliación de los ámbitos de actuación, los brigadistas han prestado servicio ya en operaciones de rescate dentro y fuera de España, en accidentes de mina, ferroviarios y en sucesos como en el incendio declarado, en enero de 2010, en los túneles del AVE que cruzan la cordillera Cantábrica bajo el puerto de Pajares.
Los brigadistas se han reciclado sin perder el contacto permanente con la mina, familiarizándose con los modernos sistemas de explotación mecanizada, pero sin desligarse en ningún momento de los métodos tradicionales del trabajo hullero, fundamentales en los rescates de trabajadores atrapados en desprendimientos subterráneos. En un proceso continuo de formación, los miembros del equipo también han asimilado técnicas de otros cuerpos de intervención para aplicarlas en el entorno minero.
Ha sido un flujo recíproco y, así, los brigadistas también han prestado asesoramiento a estos cuerpos de emergencias para que, a su vez, incorporen conocimientos mineros, importantes, por ejemplo, en caso de terremotos u otras catástrofes naturales. Igualmente, la Brigada presta asesoramiento en la elaboración de planes de evacuación y de tratamientos médicos “in situ” para accidentados. El exitoso bagaje de la Brigada, integrada por 24 voluntarios, trabajadores de Hunosa que desempeñan su labor de forma rotatoria -un mes en el cuerpo de salvamento y otro en la mina-, ha convertido al retén en un referente como equipo de rescate especializado, lo que ha llevado a sus miembros también a impartir cursos formativos a bomberos, personal de organizaciones no gubernamentales, guardias civiles, policías y militares.
La unidad acumula cientos de intervenciones en su siglo de vida. Hay muchas significativas como la citada de María Luisa o como, por ejemplo, el rescate, a más de quinientos metros de profundidad, de cuarenta mineros que quedaron colgados en la jaula del pozo San Nicolás, en Mieres, o el de trece trabajadores en el incendio de 1989, en la mina Mosquitera, en Siero.
Los galardones reconocen el trabajo, el esfuerzo, la entrega y valor de los brigadistas, pero, como ellos mismos subrayan, no hay mejor premio que el abrazo o las palabras de agradecimiento de un compañero rescatado con vida.
Fuente: La Nueva España
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