La axiología es la parte de la filosofía que estudia los valores. Los primeros filósofos trataron de dar una visión que abarcara la totalidad del mundo. Los jónicos se preguntaban en el siglo VI a.C. ¿Cuál era el principio de la realidad? Para responder se basaron en los objetos de la naturaleza y el mundo exterior que los rodeaba: el agua, el aire, etcétera.
El mundo exterior fue el primer tema de investigación filosófica y los objetos constituyeron la primer forma de realidad. Los griegos, además del mundo físico consideraron otro, un mundo ideal formado por las esencias, los conceptos, las relaciones, lo que hoy se llama objetos ideales. Los descubridores de este mundo de esencias fueron la escuela de Pitágoras, Sócrates y Platón.
Posteriormente, a la realidad física y al mundo ideal, los griegos agregaron el mundo psíquico espiritual. Además existían las vivencias (el dolor y la alegría, la esperanza y la preocupación, la percepción y el recuerdo). Este mundo estaba muy cerca de ellos, pero tardaron mucho tiempo en considerarlo.
Fue así como los filósofos griegos estudiaron algunos valores pero en forma aislada. Estos valores eran la belleza, la justicia, el bien y la santidad, que no formaban parte de alguna categoría de valores más amplia.
Al descubrir la nueva perspectiva, que abarcaba las tres realidades anteriores, hubo una división entre los filósofos: unos querían verlo todo a través de la nueva visión, sosteniendo que toda la filosofía no era más que el estudio de los valores, y otros sostenían lo contrario, que los valores no eran nuevos, sino viejos modos del ser con un nuevo nombre.
Sin embargo, aunque nadie intentó reducir los valores a las cosas, sí se confundió a los valores con los objetos materiales que son sus depositarios. Así, la belleza no existe por sí sola, sino que está incorporada a un objeto físico, a una tela, un mármol, o un cuerpo humano.
Para evitar confusiones debe distinguirse entre los valores y los bienes. Los bienes son las cosas más el valor que se les ha dado. Un trozo de mármol es una cosa, la mano del escultor le agrega belleza y el mármol se transforma en una estatua, en un bien. La estatua tiene las características físicas del mármol (peso, dureza, constitución química, etc.) y los valores, que no son ni vivencias ni esencias. Los valores no existen por sí mismos, sino que necesitan un depositario. Por tanto, es necesario buscarlos como cualidades de esos depositarios: belleza de un cuadro, elegancia de un vestido, utilidad de una herramienta, etc.
Polaridad y jerarquía
Una característica de los valores es la polaridad. A todo valor positivo se le opone uno negativo. Así, la belleza se opone a la fealdad, lo bueno a lo malo, lo justo a lo injusto, y cada uno existe independientemente de su polo opuesto. Además, los valores están ordenados en forma jerárquica; hay superiores e inferiores. El orden jerárquico existe, aunque no es fácil señalar correctamente cuán es ese orden o indicar criterios válidos para establecerlo. Más que una tabla jerárquica de valores debe hablarse de criterios para determinar en qué situación un valor es superior a otro. Para ello, es preciso descartar el concepto de valor o bien supremo. Luego hay que tomar en cuenta que la jerarquía de un valor depende de tres factores: 1) sujeto, 2) objeto y 3) situación.
Sujeto: tesis subjetivas y objetivas
En la tesis basada en lo subjetivo se sostiene que el objeto vale para el sujeto (ejemplo: la foto de la abuela), se sostiene que sólo tiene valor para el propietarios debido a las emociones que causa en él. La tesis objetiva sostiene que el objeto tiene un valor independientemente de cualquier característica peculiar que le otorgue el sujeto (ejemplo: el oro).
La tesis subjetivista no puede ser la única consideración porque ¿qué sería del mundo si cada persona juzgara según su criterio personal? El sujeto que valora, en relación con el objeto, obviamente influye para el carácter muy subjetivo del valor, pero no es el único que lo determina.
Tiene que considerarse otras características a evaluarse en un objeto. El sonido no podría valorarse si no es por una persona que lo oye; si entendemos por dulce la correspondiente vivencia de percepción gustativa, ella no podrá existir si no existe un paladar que nos «traduzca» tal vivencia.
El valor no puede existir sino en relación con el sujeto que valora. A la actividad del sujeto por medio de la cual se pone en contacto con el objeto se llama valoración. Por tanto, el valor no puede derivarse solamente de elementos fácticos y tampoco puede mantenerse en el plano de las esencias.
El valor es difícil de definir, porque es una cualidad muy compleja. Para los valores se requiere una cualidad que dependa de las propiedades naturales y que al mismo tiempo no se reduzca a un mero agregado de ellas. El término en el que se considera a esta cualidad se llama estructura. El valor como esencial.
Estructural
Una estructura tiene propiedades que no se encuentran en ninguno de los miembros o partes constitutivas aisladas, ni en el mero agregado de ellas. La estructura depende de sus miembros, pero no equivale a la suma de ellos. La estructura es por la totalidad que forma al relacionar sus miembros.
Por ejemplo, un arreglo de flores. Las flores serán las mismas pero la disposición entre ellas logrará una belleza, un valor superior de belleza que tenían antes cuando estaban aisladas, es decir, su valor reside ahora en la natural belleza que cada flor le da al conjunto.
Se puede definir valor como una cualidad estructural que surge de la relación de un sujeto frente a propiedades que se hallan en la estructura de un objeto, esa relación no se da en el vacío, sino en una situación física y humana determinada.
Situación
También influyen factores sociales y culturales. Si se estudia un valor ético, como el séptimo mandamiento «no robarás», el desvalor que supone el robo tiene sentido sólo en una sociedad con una organización económica que garantiza la propiedad privada. No tendría sentido en una sociedad con comunidad de bienes.
La organización económica, jurídica, las costumbres, la tradición, las creencias religiosas y muchas otras formas de vida que trascienden la ética, son las que han contribuido a configurar determinados valores morales.
Además, el valor cambia según factores de tiempo-espacio (según el lugar y época en que nos encontremos), y según si hay huracán, guerra o paz, pues ello influye en nuestro modo de comportarnos. El valor no solamente es complejo sino dinámico, cambiante, por eso no hay reglas fijas en la valoración o el comportamiento moral que rijan a todas las sociedades en todas las épocas.
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