Las características de la conducta individual y en grupo de las personas ante un incendio, se han determinado fundamentalmente por estudios de investigación en los que el personal del departamento de incendios interrogó a los individuos en el momento de producirse los siniestros.
La conducta de un individuo ante un incendio estará condicionada por datos del edificio en el que ocurra el incendio y por la apariencia del mismo en el momento en que es detectado. Por ejemplo, la conducta de los ocupantes variará si percibe olor a humo o si las llamas están visibles, con un humo oscuro que obstaculiza totalmente los pasillos. Los datos de protección contra incendios que ofrezca el edificio pueden ser también críticos para el modo en que el individuo perciba la amenaza que supone el incendio.
Evidentemente, en situaciones de peligro de la vida, las decisiones individuales y los actos más importantes se producen antes de que llegue el personal especializado, es decir, en las primeras etapas del incidente. Así pues, la conducta de los individuos en contacto directo con el lugar donde se inicia resulta crítica, no sólo para ellos mismos, sino también para otros ocupantes del edificio.
Hay que reconocer que la conducta altruista que se observa en la mayoría de los incendios (con la interacción de los ocupantes y el entorno donde se desarrolla el fuego, de un modo consciente y deliberado) aparece como una reacción general. La conducta no adaptativa o de pánico es, aparentemente, la menos corriente en caso de incendio.
El proceso de decisión del individuo
Para tratar de estructurar y evaluar las claves que indican que existe algún peligro, un individuo sigue siete procesos. Seis de estas etapas son: reconocimiento, comprobación, definición, compromiso y reconsideración. La séptima, el proceso de una serie de decisiones de defensa que supone que han ido fallando sucesivamente otras defensas, no se ha descrito como un proceso activo dentro de la toma de decisiones en caso de incendio.
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Reconocimiento
El proceso de reconocimiento se produce cuando el individuo percibe señales que indican el peligro de incendio. Estas señales pueden ser muy ambiguas y no indicar claramente una situación grave. No obstante, las señales son, por lo general, continuas y de intensidad creciente, debido a la dinámica de las llamas, calor y humo. También hay informes que indican que la predisposición normal del individuo es la de reconocer las señales de alarma en términos de lo que puede ocurrir con mayor probabilidad, generalmente con relación a experiencias anteriores y en la forma de deseos optimistas. Este aspecto optimista de la respuesta ante una alarma puede ser el resultado directo del concepto que tiene el individuo de su vulnerabilidad personal.
El problema de reconocimiento de las señales de amenaza es importante para la protección contra incendios. La acción adaptativa que se puede poner en marcha al principio de una alarma de incendio, la evacuación de los ocupantes del edificio y la lucha contra el fuego, se puede ver retardada o aplazada si los individuos no detectan las señales de alarma como indicativas de una situación de emergencia. La naturaleza ambigua de estas señales hace que los individuos normales, es decir, los que no están especialmente preparados en prevención contra incendios, solo reconocen como señales de alarma el humo en gran cantidad o grandes llamas que surgen de repente.
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Comprobación
El proceso de comprobación consiste en el intento del individuo por determinar la importancia de las señales de riesgo, que acaba casi siempre por reconocer que el riesgo es pequeño e improbable. No obstante, cuando las señales son ambiguas, el individuo intentará obtener información adicional. En otras palabras, la persona se da cuenta de que está ocurriendo algo, pero no está seguro de lo que es exactamente. Según han demostrado las investigaciones, la presencia de otras personas durante el proceso de reconocimiento y comprobación de un peligro inhibe posiblemente o influye en la respuesta del individuo.
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Definición
El proceso de definición consiste esencialmente en un intento del individuo por relacionar la información del peligro percibido con algunas de sus variables, tales como su naturaleza cualitativa, la magnitud y su posible desarrollo en el tiempo. La aparición de tensiones y ansiedad en el individuo parece que es más grave antes de llegar a determinar la estructura o significado de la situación, aunque sea aparente que tal situación no está muy clara. El concepto que tiene el individuo de su papel es uno de los factores críticos en situaciones relativas a la personalización del peligro y al entorno físico. Los aspectos físicos más importantes en el proceso de definición son la generación, intensidad y propagación del humo, llamas y calor.
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Evaluación
El proceso de evaluación se puede describir como la actividad cognoscitiva y psicológica necesaria para que el individuo responda ante el peligro. La capacidad del individuo para reducir los niveles de tensión y ansiedad es el factor psicológico esencial. En una situación creada por el posible peligro de un incendio, la evaluación es el proceso que lleva a la decisión de reaccionar, enfrentándose al fuego o huyendo.
Con la evaluación se completa una decisión inicial que implica una respuesta. A causa del desarrollo en el tiempo de la generación y propagación del fuego, el proceso mental que lleva a la evaluación, inclusive, puede tener que realizarse en solo unos pocos segundos. Las variables del entorno físico son una fuente importante de información para el proceso de decisión de los individuos que deben formular planes de adaptación, evacuación o defensa.
Durante el proceso de evaluación, el individuo puede decidir abandonar el edificio (huir) o utilizar un extintor portátil (luchar). Durante este tiempo, el individuo es especialmente susceptible a las acciones y comunicaciones de los otros. De este modo, puede imitar las reacciones de los individuos a los que observa, lo que puede dar lugar a una conducta adaptativa o no adaptativa de la masa, en vez de a conductas individuales.
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Compromiso
El proceso de compromiso consiste en los mecanismos que utiliza el individuo para iniciar una conducta que le lleve a poner en marcha los planes de defensa que se ha formulado durante el proceso de evaluación. Esta respuesta a la amenaza del incendio puede resultar un éxito o un fracaso. Si la respuesta fracasa, el individuo se ve implicado inmediatamente en el siguiente proceso de reconsideración y compromiso. Si la acción es un éxito, la ansiedad y tensión se reducen y el individuo se relaja, aunque la situación general del incendio sea ahora más grave.
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Reconsideración
El proceso reconsideración y de adaptación de nuevos compromisos es el que más tensiones crea en el individuo, debido al fallo de los anteriores intentos de adoptarse a la situación. De este modo, las reacciones exigirán un mayor esfuerzo, y el individuo tiende a ser menos selectivo en la elección de su respuesta. Si incurre en sucesivos fallos, el individuo se frustrará cada vez más, lo que hará aumentar la posibilidad de riesgo de accidentes, con un mayor nivel de actividad y menores probabilidades de éxito.
Al analizar la conducta de los individuos implicados en un proceso de reconocimiento, comprobación, definición, evaluación, compromiso y reconsideración, hay que recordar que todos estos procesos son dinámicos y se modifican constantemente en cuanto a su magnitud, velocidad e intensidad. Las actividades psicológicas y fisiológicas normales de una persona estarán probablemente por debajo de su nivel durante el proceso de reconocimiento, porque se concentra en la percepción de las señales de riesgo.
Durante el proceso de comprobación y definición del riesgo, existirá una comunicación abierta con los miembros más cercanos de la población amenazada. El período de hiperactividad parece que sucede, inicialmente, durante el proceso de compromiso y se hace más intenso durante el proceso de reconsideración y nuevo compromiso. La tensión irá aumentando en cada etapa sucesiva, porque la motivación principal de la conducta es la reducción de tensión.
El aspecto, la proximidad, la propagación, el tiempo y los gases tóxicos producidos por el incendio, tienden también a predisponer al individuo aun nivel de actividad más alto, que depende de su percepción de todas estas variables.
En el proceso de reconsideración y de nuevo compromiso, el nivel de actividad del individuo puede convertirse en hiperactivo o frenético, o se puede expresar en un estado catastrófico, de completa inmovilidad física e incapacidad de expresarse con coherencia.
Estos individuos perciben la amenaza como algo que sobrepasa su nivel de adaptación. La tensión es entonces grave y ellos sucumben totalmente. Cesan de comportarse de modo adaptativo y adoptan una actitud completamente aparte de la situación, mediante un mecanismo de retraimiento psicológico.
Fuente: Prevención y protección contra incendios. Escuela de Administración Pública de la Región de Murcia, España.
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