La educación se entiende como un proceso de transformación, de cambio, de mejora continua y de liberación –citando a Paul Freire-, para contribuir a la formación de un mundo cada vez más humano, más solidario y más justo.
Los procesos de educación van cambiando a través del tiempo y nuestro rol, como educadores, va siendo asumido de diferente forma y con matices. La tecnología nos ofrece ahora muchas nuevas herramientas y cada vez más interesantes.
De acuerdo al discente, entre otras variables, el proceso educativo adopta ciertas características, pero la esencia, el fundamento y el objetivo de fondo es el mismo: la transformación para la contribución.
Una de esas categorías de la educación es la educación de adultos. Una educación para personas que no solo están involucradas en un proceso educativo (como los niños en una escuela, por ejemplo) sino en varios y que, además, pertenecen a un mundo laboral y otros mundos, además de jugar roles diversos y complejos, enfrentando muchos retos y dificultades también.
La educación que impartimos -de adultos o entre adultos- es parte del derecho a la educación, la educación durante toda la vida, para seguir aprendiendo como parte del desarrollo personal, para gozar de otros derechos humanos como, por ejemplo, el derecho al trabajo, para desarrollar las habilidades y los conocimientos que exige participar en la sociedad.
A decir de la UNESCO, en sus tratados de educación para adultos, aunque los niveles de responsabilidad varíen respecto a la educación de niños o jóvenes, por ejemplo, lo que permanece inalterable es que la respuesta ha de ser siempre convincente y convenientemente comprometida. Ese es el resultado deseado y en ello trabajamos. Ese es nuestro esfuerzo de cada día, en cada sesión desplegada. Y así, una vez más, enfatizamos en la formación de un espíritu transformador en todo tiempo y lugar.
También se convierte en un reto el procurar desarrollar un juicio independiente y crítico, crear o reforzar la competencia necesaria para que cada persona pueda hacerse cargo de los cambios que repercuten en sus condiciones de vida y de trabajo, mediante una participación efectiva en la gestión de los asuntos de la sociedad y en todos los niveles del proceso de decisión, especialmente cuando los tiempos para llevar a cabo el proceso educativo son muy cortos.
Quizá por ello, junto al concepto de educación, nos enfocamos más bien en la capacitación, cuyo proceso resultaría más puntual y concreto que el de educación. También porque la capacitación busca provocar un cambio en el discente, en función de las necesidades y objetivos específicos de cada uno de nuestros clientes –las empresas para las cuales trabajan o van a trabajar los educandos y que requieren de nuestros servicios-. La capacitación se gestiona tomando como punto de partida esta referencia, luego aplicamos conceptos de andragogía, liderazgo, comunicación efectiva, programación neurolingüística, recursos y herramientas para el aprendizaje, entre otros.
No obstante las definiciones y diferencias conceptuales, capacitando, educamos y, a través de cada proceso educativo, contribuimos al desarrollo del pensamiento, la investigación, la continua mejor ejecución del trabajo y, sobre todo, el fortalecimiento de los valores, para ser mejores seres humanos y personas, para el progreso de la humanidad. Esa es nuestra misión.
Nora Socolinsky dice
Muy interesante la relación de la formación laboral con un derecho del adulto , la educación y la construcción de valores. Cuanto trabajamos en la transformación de la cultura laboral de un adulto vinculándolo a prevención en el trabajo, estamos operando sobre hábitos, que , de no modificarse, podrían llevarlo a un accidente. Tal como pasa en un proceso educativo en cualquier edad, una persona aprendió en el ámbito laboral cuando se producen modificaciones en su forma de trabajar y estas modificaciones se prolongan en el tiempo.
Sumaría la idea de que para que una capacitación laboral sea efectiva, el “educador-capacitador-provocador” recordará que solo se aprende convirtiendo a los educandos en protagonistas (trabajando a partir de sus saberes previos) Formar en el ámbito laboral, suma valor a la comunidad: cada persona que sale de una capacitación laboral debería llevarse modelos distintos de relación, de pensamiento, etc. Un albañil me decía: yo le llevo a mi nieta la carpeta para que vea que su abuelo sigue aprendiendo. Un técnico, cuando trabajábamos sobre la conducta de prevención como modo de vida, nos comentaba que «le cayó la ficha» de que su hija lo miraba cuando hacía los arreglos en la casa o hablaba por celular cuando manejaba.
Seguridad Minera dice
¡Muchas gracias por su comentario! Esperamos seguir compartiendo información de interés.
Revista Seguridad Minera
Santiago F. Feliu dice
Muy bueno el informe y el comentario de Nora .
Sldos