El Plan de vigilancia, prevención y control de COVID-19 en el trabajo establecido por el gobierno a las empresas para continuar sus operaciones, junto al riesgo de contagio, significaron un entorno de restricciones y temores que hace más difícil la vida de trabajadores y demás colaboradores de una compañía.
«Nos hemos dado cuenta que vamos a estar controlados por todos lados. Tenemos muchas barreras para poder desenvolvernos de manera cotidiana», indicó Ing. Paul Ruidias Alarcón, gerente general adjunto de JRC Ingeniería y Construcción S.A.C., en su exposición sobre medidas sanitarias implementadas en minería para prevenir y afrontar el COVID-19, como parte del webinar Jornadas de Seguridad Minera on line organizado por el Instituto de Seguridad Minera-ISEM.
Muchas empresas del sector minero establecieron importantes planes de salud mental y programas de apoyo psicológico, con el objetivo de acompañar a los trabajadores y entender mejor la nueva forma de vida creada por la pandemia, pues de otra manera aumentaría el estrés haciendo más difícil la vida y el ambiente laboral en las unidades mineras.
De acuerdo con Ruidias Alarcón, el plan que ha venido trabajando JRC Ingeniería y Construcción no solo se ha limitado al cumplimiendo de las directrices del Estado, sino también a acciones que han ayudado a reducir el estrés y mantener la felicidad de las personas.
«(El plan) tiene que tener un entendimiento de la realidad y un acompañamiento para que todos podamos ser de cierta manera felices, sino todos vamos a estar estresados», comentó. Ruidias señaló que el plan de salud mental que aplican en JRC los ayuda a tener un correcto entendimiento de la realidad y poder trabajar con todos sus colaboradores.
En el plan se aplican tamizajes o cuestionarios de evaluación relacionados a la salud mental de sus colaboradores, con la finalidad de hacer una detección temprana y oportuna de los problemas o trastornos de salud mental.
Se efectúa una evaluación por riesgo alto, medio y bajo, en la cual quienes resultan de riesgo alto y medio son acompañados y atendidos por seis psicólogos que participan del plan, mientras que los de riesgo bajo tienen la misma atención pero a pedido.
«Esto es para poder entender la realidad y poder ayudar mejor el cómo tomar esta nueva normalidad. Entonces es importante implementar el plan (de vigilancia, prevención y control de COVID-19 en el trabajo) con este soporte», dijo.
En la misma línea, Paul Ruidias resaltó que otro aspecto que han trabajado es el lanzamiento de tres programas importantes con un enfoque especial en temas blandos de carácter psicológico y de comportamiento.
Uno de sus programas es el LSO (Liderazgo Seguro Operativo), destinado a la línea con personal a cargo. Un segundo programa es el CSO (Comportamiento Seguro Operativo), orientado a todos sus colaboradores que están directamente con la labor operativa. Y un tercer programa llamado FAS (Familias Aliadas de la Seguridad), dirigido a un trabajo con la familia de todos los colaboradores de la compañía.
«Nuestra preocupación está en que no solo se tiene que decir “esto se hace” y poner restricciones, sino ayudar a entender la realidad para poder modular nuestro comportamiento. Nuestro comportamiento no va a cambiar simplemente por agarrar mil policías y poner uno por uno con un palo en la mano. Aquí debemos entender cuáles son los comportamientos positivos sobre los negativos», resaltó.
Ruidias aseguró que estos programas han ayudado mucho contra el COVID-19 y al trabajo psicológico que se necesitaba para compensar el plan rígido que se implementó por mandato del Estado. «No es simplemente dar restricciones, también es ayudar», enfatizó. Detalló que, por ejemplo, con el LSO se hace énfasis en cómo el líder puede llegar a la gente, cómo interactuar y abordar una situación.
«En el CSO se trata de entender el comportamiento en sí, de la ejecución y el porqué sucede; no para ir y lapidar el comportamiento, sino ver lo bueno que se hizo y resaltarlo para que se multiplique», señaló.
Plan contra el COVID-19
Ruidias sostuvo que siguiendo los objetivos de vigilar, prevenir y controlar la salud de los trabajadores con riesgo de exposición al SARS-CoV-2, elaboraron un plan que fue aprobado por el Instituto Nacional de Salud y que puede ser actualizable.
Como parte de la ejecución de ese plan es clave entender y aplicar los siete lineamientos para la vigilancia, prevención y control del COVID-19 en el trabajo antes de ingresar a la unidad minera y durante la estadía: Limpieza y desinfección de los centros de trabajo; Evaluación de la condición de salud del trabajador previo al regreso o reincorporación al centro de trabajo; Lavado y desinfección de manos obligatorio; Sensibilización de la prevención del contagio en el centro del trabajo; Medidas de prevención de aplicación colectiva (distancia social); Medidas de protección personal (mascarillas); y Vigilancia de la salud del trabajador en el contexto del COVID-19.
«No podemos desviarnos, si fallamos en algún ítem posiblemente se dispare algún riesgo», resaltó. Es fundamental personalizar el plan a la realidad operativa de cada empresa. «Hay muchas variaciones dependiendo de la operación», puntualizó.
Antes de ingresar
Antes de ingresar a la operación minera, la evaluación es el primer filtro para prevenir el ingreso del virus. En esta etapa interviene un médico ocupacional que determina la vulnerabilidad en las personas (de ser necesario, realizarán teletrabajo); se efectúa un triaje para COVID-19 y el llenado de una ficha sintomatológica para el control de todo lo que ha sucedido, el cual debe ser plasmado en el sistema del Ministerio de Salud para un correcto registro de casos.
Luego sigue la etapa del transporte de personal en buses hacia las unidades mineras, en donde se han esquematizado cuatro pasos: el uso de la mascarilla hasta llegar a la unidad minera; un aforo máximo del 50%; distancia como mínimo de 1,5 metros; desinfección de manos con alcohol gel y de la planta de los pies.
Durante la jornada
En la etapa en que se interactúa en la unidad minera, se realiza de manera escalonada y evitando aglomeraciones. Luego hay un lavado y desinfección de manos; se mantiene la distancia social; toma de temperatura; se entregan implementos: mascarillas, caretas, etc. y, por último, se establecen núcleos o células de trabajo para poder hacer una correcta localización ante un caso de positivo o sospecha.
Durante la estadía en la unidad minera, hay reducción de aforos a un 50% en comedores, vestuarios, campamentos, servicios higiénicos y demás áreas comunes. En los comedores, debido al no uso de mascarillas, se incrementó el distanciamiento a 2 metros mínimo y el ingreso es por turnos.
Refirió que también hay restricción de ingreso a ambientes como centros de recreación, salas de TV y gimnasio. Casi todas las reuniones tienen que ser de manera virtual, mientras que las presenciales son muy específicas con toda la indumentaria de salud, manteniendo la distancia y siendo muy breves.
En la interacción en los campamentos se respeta una distancia entre camas de 1.5 metros y con menos aforo. Se acondicionó ambientes de lavaderos de manos y desinfección con sus respectivas señaléticas. Se aseguró la disponibilidad de los equipos de protección personal, obligatoriedad y medidas para su correcto uso, precisó.
Otro tema importante es el monitoreo por medio de la toma de temperatura al ingreso y al final de la jornada laboral; se evalúa síntomas de la COVID-19 a quien presente temperatura mayor a 38°C o con síntomas respiratorios para casos de sospecha, entre otros.
JRC Ingeniería y Construcción es una empresa dedicada al desarrollo y construcción de proyectos y obras de infraestructura para la minería, con importante participación en el sector. Como contratista ha desarrollado proyectos en las minas San Grabriel y Tambomayo, así como Marcapunta, Santandar y Andaychagua, entre otros.
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