El artículo 95 del Reglamento de Seguridad Minera y Salud Ocupacional vigente en Perú (1) establece que el titular de una actividad minera «deberá identificar permanentemente los peligros, evaluar los riesgos e implementar medidas de control». El método de evaluación exigido en dicho reglamento se basa en la Matriz Básica de Evaluación de Riesgos, incluida en el método IPERC-Continuo (Anexo 7). Además se debe elaborar un Mapa de Riesgos, que incluye la evaluación primaria del riesgo y una reevaluación del mismo luego de establecidos los controles ordenados de acuerdo con la jerarquía indicada (Art. 97, Anexo 8).
Claramente, esta matriz juega un rol central en la gestión preventiva de una compañía minera, ya que de ella depende cómo asignar un nivel de riesgo a cada peligro identificado y cómo cada nivel de riesgo establece directrices directas en términos de acciones de control concretas y plazos a cumplir.
La imagen siguiente reproduce la matriz que indica el reglamento:
Considerando que estas implicancias tienen fuerza de ley y hay que cumplirlas, es crucial comprender las limitaciones que ofrece el método de evaluación de riesgos subyacente a la matriz para así sacar el mejor provecho de ella y potenciar una mejor gestión preventiva.
Limitaciones de la Matriz Básica de Evaluación de Riesgos
En términos técnicos, esta matriz está construida sobre dos escalas discretas: Frecuencia y Severidad. En un artículo anterior, he analizado extensamente las implicancias que tiene el uso de escalas discretas en la evaluación de riesgos, por lo que aquí me remitiré a sus conclusiones principales.
El problema principal que exhibe este tipo de matrices es que el resultado de la evaluación son etiquetas y no números reales. Como tal, los «números» resultantes no se pueden sumar ni comparar proporcionalmente. Este hecho se ve reforzado en el caso de la Matriz Básica ya que sus escalas están construidas en orden inverso, de modo que los números más altos representan los niveles de riesgo más bajos.
Una representación más precisa de la Matriz Básica consistiría en reemplazar los números por los niveles de criticidad Alto, Medio y Bajo (A, M y B) que define el Anexo 7.
Baja capacidad para asignar recursos de control en forma proporcional al riesgo
Esta debilidad impacta la capacidad de la compañía de asignar de manera eficiente los recursos de control ya que todos los peligros que pertenezcan a una misma categoría de criticidad, pasan a tener un idéntico nivel de riesgos para efectos de la ley y, en consecuencia, pasan a estar sujetos a las mismas exigencias en términos de acciones y plazos. Del mismo modo, al no poder agregarse las magnitudes de los niveles de riesgo en un valor numérico único, no es posible comparar proporcionalmente diferentes áreas que tengan diferentes tipos de peligros. Los recursos de control, en consecuencia, deben asignarse mediante otros criterios, no incluidos en la metodología de la Matriz Básica.
Una explicación detallada de las implicancias de contar o no con una escala de evaluación de riesgos basada en números reales para distribuir los recursos de control, puede encontrarse en una exposición que hizo el autor en el XXI Seminario de Seguridad Minera de ISEM denominada Evaluación Probabilística de Riesgos y Programación del Control
Baja capacidad para discriminar entre peligros asociados a una misma clasificación de criticidad
Esta debilidad se refiere a la imposibilidad de diferenciar las acciones de control para peligros que son claramente de naturaleza diferente pero que son clasificados en el mismo nivel de criticidad. Por ejemplo, un peligro evaluado como catastrófico y, al mismo tiempo, prácticamente imposible que suceda (Severidad=1, Frecuencia=E) es claramente distinto de un peligro evaluado como menor y de ocurrencia común (Severidad=5, Frecuencia=A). El primero puede implicar fatalidades múltiples, mientras que el segundo implica una acumulación de pérdidas menores que, en el largo plazo, se asemeja a una pérdida mayor, pero en ningún caso incluye fatalidades. Sin embargo, estos peligros son evaluados en el mismo nivel de riesgo Medio (M) y están sujetos a las mismas restricciones en cuanto a las acciones de control y al plazo de «0 – 72 horas». Francamente, el segundo caso no es uno que necesite resolverse en 72 horas como máximo.
Tendencia a aceptar peligros genéricos en el inventario y, con ello, a elaborar controles inespecíficos de baja utilidad para el trabajador
Esta debilidad se refiere a la dificultad de administrar en detalle la gran cantidad de peligros de todo tipo que puede afectar a una operación, una cuestión que empeora si se emplean planillas Excel para su manejo, lo que lleva a ajustar el número de los peligros del inventario a lo que la matrices de riesgo pueden manejar. Por ello, se prefiere levantar peligros en forma genérica y no en forma específica, ya que esto da lugar a un número menor de peligros. Sin embargo, este enfoque genera controles inespecíficos, que son poco útiles a los trabajadores que tienen que enfrentar la realidad de esos peligros en terreno.
Informatizar para mejorar
La informatización eleva la calidad de los esfuerzos de gestión. La eficacia y eficiencia de un sistema de gestión de riesgos es función directa de la calidad y oportunidad de la información con el que es alimentado. A menor calidad y a menor sincronía más pobres serán los resultados. Por ello, invertir en informatizar la evaluación de riesgos basada en matrices discretas ayuda a resolver las limitaciones expuestas anteriormente.
Este punto de vista fue expuesto por el autor en una conferencia Como la informatización ha mejorado la eficacia de la gestión de riesgos en la industria minera dictada en los Jueves Mineros del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú.

En una minería cada vez más competitiva, donde el precio del mineral lo fija una bolsa de metales, mantener los costos operacionales en el nivel más bajo que sea posible implica directamente aumentar el margen de ganancia. Y no hay mayor contribuyente al aumento de los costos operacionales que los accidentes de todo tipo que ocurren en una operación minera. En particular, los accidentes que afectan a las personas son los potencialmente más gravosos pues, además del sufrimiento humano que aquello implica, las consecuencias legales, sindicales, de imagen pública, de prestigio social, etc., pueden hacer quebrar a una compañía.
Por ello, invertir en informatizar la gestión de riesgos tiene el potencial de generar altas tasas de retorno para la industria, y también para la sociedad.
Referencias
(1) Reglamento de Seguridad Minera y Salud Ocupacional, D.S. N 024-2016-EM, modificado por D.S. N 023-2017-EM, Ministerio de Energía y Minas de Perú.
Escrito por Ramón Opazo, Director Ejecutivo ANTIRION. Correo electrónico: ramon.opazo@antirion.cl.
KEDROV dice
MUY BUENA INFORMACIÓN POR COMPARTIR ISEM. GRACIAS
Seguridad Minera dice
Muchas gracias por consultar nuestra publicación