El Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo ha definido el estrés como la respuesta fisiológica, psicológica y de comportamiento de un individuo que intenta adaptarse y ajustarse a presiones internas y externas. Para comprender este concepto tenemos que ver el hombre como un ser “Biopsicosocial”, donde influyen los factores anátomo-fisiológicos, psicológicos según el entorno que lo rodea y el medio circundante y su sociedad.
En el ámbito laboral el estrés surge cuando se da un desajuste entre la persona, el puesto de trabajo y la propia organización. El trabajador percibe que no dispone de recursos suficientes para afrontar la problemática laboral y aparece ese estado de “desbordamiento”, al que se denomina estrés producido por esas presiones citadas que se denominan estresores.
Estos estresores pueden ser de carácter físico o de carácter psicosocial. Así, la iluminación, la temperatura o el ruido inadecuados pueden considerarse estresores físicos al igual que los ambientes contaminados o las propias posturas que tengan que realizarse o mantenerse en la realización del trabajo.
Por otro lado, los estresores psicosociales son aquellos relacionados con el contenido de la tarea, respecto de la que puede tenerse sobrecarga cuantitativa o insuficiente carga cualitativa (contenido limitado o monocorde, falta de demandas a la creatividad o a la solución de problemas etc.), o relativos a la organización del trabajo como el conflicto y ambigüedad de rol, jornada de trabajo, relaciones interpersonales y promoción y desarrollo de la carrera profesional.
No obstante, en la aparición del estrés también influyen las características individuales que harán más o menos vulnerable a un trabajador a este tipo de riesgo. Y es que está comprobado que el estrés da lugar a afecciones tanto en la salud física como mental del trabajador. Así se ha afirmado que puede dar lugar a trastornos gastrointestinales, como úlcera péptica; cardiovasculares –hipertensión arterial-; respiratorios –asma bronquial-; endocrinos –diabetes-; sexuales –alteraciones de la libido-; dermatológicos –alopecia-; musculares –rigidez– u otros como cefaleas.
Y en relación con los trastornos psicológicos bloqueos mentales, frecuentes olvidos, trastornos del sueño, adicción a drogas y alcohol, trastornos de la personalidad, trastornos de la conducta que, sin duda, afectan a sus relaciones extralaborales.
La prevención debe ser considerada, un asunto inherente a la propia empresa y como proyecto permanente en la misma que debe delimitar con exactitud las responsabilidades preventivas de cada nivel jerárquico, instaurarla en todas las etapas de los procesos productivos, ser conscientes de que constituye una tarea de todos. Por ello, debe estar dispuesta a formar constantemente a todos sus trabajadores en materia preventiva y estar preparada para la asunción de posibles nuevos riesgos derivados de la evolución de la actividad y la organización empresariales.
Sólo con condiciones de trabajo de calidad se dignifica al ser humano y se posibilita la aportación personal de creatividad que requiere actualmente la supervivencia empresarial y su influencia en el entorno, así como el bienestar del propio trabajador que influye en la cadena de retroalimentación donde se benefician empleador y trabajador.
Por: Marcos Antonio Rosales Pool. Medical Center Salud Ocupacional. Seguridad Minera Edición 110.
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