No cabe ninguna duda de que la administración de la seguridad es una responsabilidad total y no delegable de la línea de mando. Aunque no siempre este concepto se traduce en la práctica, ya es casi un denominador común en la gran mayoría de los sistemas de administración de la seguridad de las empresas. No obstante, en general, el foco de la administración de la seguridad que la línea de mando adopta es, en la gran mayoría de los sistemas, centrado en aspectos negativos del comportamiento. Veamos algunos ejemplos comunes:
1) Investigación de accidentes e incidentes
Con una frecuencia mucho mayor de lo esperado, se encuentra que los métodos de investigación de accidentes e incidentes terminan por ser un verdadero proceso al lesionado. Se lo somete a interrogatorios pseudo-judiciales en los que desde un comienzo se lo hace sentir como un culpable que ha cometido actos cuasi delictivos. Su nombre se publica en el informe de investigación de manera que a nadie le quede duda de quien o quienes han sido los «culpables» del acto inseguro que condujo a la lesión. En algunos casos, se publican en el informe fotos que impacten a los lectores; he llegado a ver fotos donde se muestran manchas de sangre en el piso y dedos mutilados. Todo parece preparado para infundir miedo al lesionado e impacto conmovedor a los que reciban la información.
2) Auditorías de seguridad
En muchos casos las auditorías de seguridad se transforman en una verdadera «cacería» de empleados que realizan actos inseguros. Una vez detectado un empleado realizando un acto inseguro comienza un acoso sobre él o ella tratando de enrostrarle su irresponsabilidad que lo llevará inexorablemente a lesiones. Rara vez se analizan los «¿por qué?» de dichos comportamientos inseguros y la responsabilidad que le cabe a los diferentes miembros de la línea. La costumbre de hablar también con empleados que están realizando actos seguros es casi inexistente. Una auditoría se considera exitosa si ha detectado muchos actos inseguros y no si ha detectado muchos actos seguros.
3) Comunicaciones de seguridad
En general están destinadas a comunicar accidentes, desviaciones ne-gativas de las auditorías de seguridad, peligros a los que está expuesta la gente que comete actos inseguros, las consecuencias negativas por no obedecer las normas de seguridad, visiones apocalípticas de accidentes, etc. Como ya la red informática es una herramienta común, se confunde comunicar con transmitir por la red, olvidando que una comunicación recién concluye cuando verificamos que quien la recibió la entiende según nosotros quisimos que la entendiera. Rara vez se ven comunicaciones dirigidas a remarcar las consecuencias positivas de los comportamientos seguros. Para alentar el uso del cinturón de seguridad se prefiere poner la foto de un niño y la leyenda «Hoy tendría 12 años» en lugar de usar la foto del mismo niño y poner «Use el cinturón y cuando llegue a su casa juegue él». Todo parece que debe ser negativo para impactar más.
4) Legajos personales de los empleados
Se registran generalmente las llamadas de atención o sanciones por actos inseguros; sin embargo, rara vez se registran las acciones seguras detectadas. Desde este punto de vista, los legajos personales se parecen a prontuarios judiciales de contraventores.
5) Evaluación del desempeño en seguridad
Con harta frecuencia se ve que el parámetro principal es el número de lesiones y que la injerencia de los indicios de calidad de administración son débiles. Por supuesto que los índices y número de lesiones son muy importantes para evaluar el desempeño de un empleado o de una sección, pero también son importantes hechos positivos como el número de comportamientos seguros, la contribución de los empleados con iniciativas para mejorar la calidad de trabajo seguro, etc. No parece necesario abundar en más argumentos para demostrar que en la gran mayoría de los casos los sistemas de seguridad se basan en enfoques negativos y no positivos.
Veamos como pueden impactar sobre la efectividad de los sistemas de administración de la seguridad los enfoques que acabamos de mencionar. Entendemos por comportamiento lo que podemos ver que una persona hace o escuchar que una persona dice; además, los comportamientos deben ser cuantificables y por su misma definición, deben ser observados de igual forma por cualquier observador. Un comportamiento no es una actitud o un estado de ánimo como ser activo, ser depresivo, estar triste, etc. Quienes se han dedicado al estudio del comportamiento humano han demostrado que los seres humanos ejecutan un comportamiento influenciados fundamentalmente por las consecuencias que esperan de dicho comportamiento.
Lo que haya ocurrido antes de la decisión de ejecutar un comportamiento tendrá su cierta influencia pero lo decisivo es la consecuencia que se espera. A título de ejemplo, un operador ejecuta el comportamiento de no usar arnés de altura porque espera como consecuencia no caerse; puede influir que el arnés sea pesado o incómodo pero lo decisivo para su comportamiento inseguro es que espera no caerse. Ahora bien, una vez establecido que los comportamientos son inducidos fundamentalmente por las consecuencias esperadas, cabe preguntarse si todas las posibles consecuencias tienen igual peso sobre la decisión de ejecutar un comportamiento. Los estudiosos del tema han llegado a las siguientes conclusiones:
- Las consecuencias que generan satisfacción (positivas) tienen mayor poder.
- Las consecuencias que se manifestarán lo más rápido posible luego del comportamiento son más poderosas.
- Cuanto mayor sea la certeza de que la consecuencia ocurrirá mayor es su poder. Lo mencionado en el párrafo anterior –en especial el punto a)– nos indica que estamos con mucha frecuencia enfocando mal los fundamentos de una administración de seguridad eficiente.
Nuestro foco negativo indica que normalmente elegimos para nuestra retroalimentación las consecuencias de menor poder y prácticamente desechamos las consecuencias positivas, que son las más fuertes para inducir un comportamiento seguro. En lugar de alentar con el Paraíso asustamos con el Infierno.
Un fuerte foco positivo en la administración de la seguridad conlleva el mensaje de que lo que se busca, fundamentalmente, es evitar que los empleados sufran lesiones reforzando sus comportamientos seguros y desalentando los inseguros. En forma opuesta un foco en los aspectos negativos generalmente implica ignorar los comportamientos seguros y castigar los inseguros.
El hecho de hablar con empleados que están trabajando en forma segura permite reforzar su comportamiento y recalcar las consecuencias seguras producto de dicho comportamiento. Para llegar a culturas de seguridad avanzadas, que permitan alcanzar la meta de cero lesión es fundamental establecer el concepto de lo positivo por sobre lo negativo. Esto de ninguna manera significa ignorar los comportamientos inseguros, pero sí significa alentarlos recalcando las consecuencias positivas que se generarían ejecutando el correspondiente comportamiento seguro. Se debe trabajar en forma segura por convicción y no por temor a las heridas o a las sanciones; es imposible llegar a esta situación si no se imprime a la administración seguridad un foco en lo positivo.
Por Dr. Rodolfo V. Caneda, DuPont Safety Resources, para Revista Seguridad Minera
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