El trabajo “Gestión del comportamiento y su impacto en la seguridad” fue expuesto en PERUMIN 37 por la ingeniera Lily Ruiz Celi, con coautoría del ingeniero Benjamín Jaramillo Molina. La propuesta plantea un cambio radical en la manera de enseñar y vivir la seguridad laboral en minería: pasar de la capacitación tradicional a la construcción de una cultura de seguridad como valor personal, interiorizado y compartido.
El programa combina simulación inmersiva con realidad virtual en 3D y mentoría de trabajadores senior —profesionales que, pese a limitaciones de edad o salud, cuentan con una gran experiencia acumulada—, para diseñar un modelo inclusivo y replicable en toda la industria.
Cultura como reto pendiente
Pese a los avances en tecnología y normativas, los accidentes continúan ocurriendo en los espacios más controlados de las minas. La investigación identifica el problema en un aspecto clave: la falta de transformación cultural. “Controlamos el riesgo, innovamos, pero hemos fallado en la cultura”, señalan los impulsores del proyecto.
La propuesta parte de evaluar la “mochila” que cada trabajador carga: sus vivencias, miedos, conocimientos y fortalezas. El objetivo es reorganizar esa experiencia y adaptarla al entorno minero, no solo en la fase de inducción, sino durante toda la trayectoria laboral, involucrando también a comunidades y familias.
Mentoría y memoria minera
Un eje central de la iniciativa es revalorizar el rol de los trabajadores veteranos. Muchos profesionales de más de 50 años, excluidos por exámenes médicos, hallan en este modelo una oportunidad para seguir aportando como mentores virtuales. Ellos diseñan casos basados en accidentes reales, que luego son convertidos en simulaciones interactivas con la asesoría de educadores y neurocientíficos.
De esta forma, un perforista, topógrafo o ayudante comparte experiencias reales que se convierten en guiones de videojuegos formativos. El proceso no solo aprovecha el conocimiento técnico acumulado, sino que también da sentido y continuidad al rol de quienes ya no operan en mina, pero aún tienen mucho que enseñar.
Metodología: andragogía y neuroeducación
El proyecto se apoya en la andragogía —aprendizaje en adultos— y en la neuroeducación. Bajo esta perspectiva, el aprendizaje debe ser autónomo, práctico, emocional e intercultural. Un obrero de la sierra y uno de la costa, un peruano, un chileno o un mexicano tienen ritmos y códigos distintos; por ello, la capacitación se adapta a cada contexto, promoviendo identidad y pertenencia, incluso cuidando detalles como el uso del logotipo de la empresa en los equipos de protección personal (EPP).
Asimismo, se incorporan principios de los “siete hábitos de la gente altamente efectiva” de Stephen R. Covey para fomentar proactividad, metas claras, decisiones estratégicas, sinergia y mejora continua, integrados a simulaciones que comienzan con un fin en mente y promueven el enfoque ganar-ganar.
Resultados concretos
Los ensayos iniciales muestran mejoras significativas:
- Uso correcto de EPP: cumplimiento pasó de 63% a 94%.
- Reacción en emergencias: del 45% al 87%.
- Cambio comportamental: incremento del 31% en condiciones seguras de trabajo.
- Reportes voluntarios: los trabajadores comenzaron a comunicar incidentes sin temor a represalias, rompiendo uno de los mayores obstáculos culturales en minería.
Los impulsores subrayan que no se trata de un simple software, sino de un modelo de trabajo escalable y evaluable en el tiempo, capaz de integrarse a la normativa nacional (DS 024 y artículos sobre formación específica, participación activa y continuidad del entrenamiento). La visión se alinea con los planes estratégicos de la minería peruana hacia 2030 y 2050, donde inclusión, innovación tecnológica y sostenibilidad son pilares centrales.
“La seguridad no puede seguir siendo solo cumplir con certificaciones o aprobar un examen. Necesitamos que se convierta en un valor tan cotidiano como cepillarse los dientes”, sostienen los responsables. Con la unión de tecnología inmersiva, mentoría senior y una mirada intercultural, esta propuesta busca cerrar la brecha entre seguridad formal y seguridad real, llevando a la minería peruana hacia una cultura preventiva integral.
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