La minería peruana se encuentra en una coyuntura crítica que podría definir su trayectoria en las próximas décadas. Con exportaciones que alcanzan aproximadamente 50 mil millones de dólares anuales y un portafolio de inversiones que supera los 65 mil millones de dólares, el sector ha experimentado un crecimiento exportador de doble dígito durante los primeros meses del año, consolidando al país como un referente en el panorama minero global.
Sin embargo, la transformación del potencial geológico en desarrollo sostenible requiere abordar desafíos estructurales que van más allá de los indicadores económicos tradicionales. “El verdadero éxito de la minería no se medirá en toneladas exportadas, sino en su capacidad de convertirse en un motor de cohesión social y progreso para todos los peruanos”, afirma Mario Saavedra, Director de la Cámara Chilena-Sudafricana.
Cuatro ejes estratégicos para el desarrollo minero sostenible
Los expertos han identificado cuatro áreas prioritarias que requieren atención inmediata para garantizar la viabilidad a largo plazo del sector minero peruano.
La institucionalización de la licencia social emerge como el primer desafío, particularmente para las operaciones proyectadas en la macroregión sur del país. Este proceso demanda establecer mecanismos de diálogo temprano con las comunidades locales, garantizar transparencia en la gestión de recursos y materializar beneficios tangibles en sectores como educación, infraestructura, salud y desarrollo económico local.
La formalización integral de la pequeña minería constituye el segundo eje estratégico. Con más de 30 mil registros autorizados, este segmento representa una oportunidad significativa para el desarrollo regional. La formalización trasciende la regulación e implica proporcionar acceso a financiamiento, asistencia técnica y encadenamientos productivos que permitan la competitividad y sostenibilidad del sector.
El tercer componente se centra en desarrollar una estrategia integral contra la minería ilegal, fenómeno que no solo genera impactos ambientales negativos, sino que alimenta redes criminales y debilita la gobernabilidad. Las intervenciones aisladas han demostrado limitaciones, por lo que se requiere un enfoque coordinado que integre control territorial, inteligencia financiera, fortalecimiento de fuerzas de seguridad y programas de desarrollo alternativo.
Diversificación productiva como catalizador de desarrollo
El cuarto elemento estratégico apunta a impulsar la diversificación productiva regional, utilizando parte de la renta minera para financiar proyectos que generen nuevas cadenas de valor en las regiones productoras. Este enfoque busca reducir la dependencia exclusiva de la extracción de recursos y crear ecosistemas económicos más resilientes.
La implementación exitosa de estos cuatro ejes podría transformar la minería peruana de una actividad meramente extractiva a un motor integral de desarrollo. Las experiencias internacionales sugieren que la integración de las comunidades desde las fases iniciales de los proyectos reduce significativamente los riesgos de conflictividad y mejora la viabilidad operacional a largo plazo.
Los desafíos identificados requieren coordinación entre diferentes niveles de gobierno, empresas del sector y organizaciones de la sociedad civil. La capacidad del país para implementar estas medidas determinará si el actual potencial geológico se traduce en progreso sostenible y cohesión social.
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