Cuando hablamos de salud ocupacional se tiende a observar el lado de la salud visto por el profesional médico y por aquellos que manejan con propiedad una serie de conceptos y términos de ese campo.
No olvidemos que la salud ocupacional es, además, parte de la salud pública y a ella se deben varios métodos de estudio. Actualmente, es más urgente entender que la salud es tarea de todos. Especialmente la salud ocupacional en donde gran parte de la responsabilidad de su manejo, desde una perspectiva moderna, es analizarla en cada uno de nosotros.
Nunca ha sido más claro reconocer comportamientos insalubres, conductas inseguras, e incluso comportamientos modelos. Frente a ello, los comportamientos o conductas en el trabajo siguen siendo estudiados, mejorados y apoyados por expertos de diversas disciplinas. Como resultado de ello tenemos un nuevo paradigma: el comportamiento grupal y sus posibilidades en nuestro medio. Varias experiencias internacionales, pero fundamentalmente las nacionales, han confirmado que no sólo es posible cambiar conductas, también es viable mantenerlas en el tiempo.
En Chile, Argentina, Colombia y Brasil, por mencionar sólo algunos países, que ostentan experiencias conocidas en los sectores industriales, mineros y petroleros, muestran la reducción del número de accidentes de trabajo, de la severidad de las lesiones y de personas discapacitadas al aplicar estrategias de capacitación.
Debemos distinguir aquí lo siguiente: capacitación no es sinónimo de educación, formación o entrenamiento. Estos son conceptos y aplicaciones que han tenido su propio desarrollo, mostrando las ventajas de su puesta en práctica de manera diferenciada.
La educación del adulto, por ejemplo, brinda un especial énfasis al reconocimiento de las capacidades, de las actitudes y de las prácticas de los trabajadores cuando se trata de mejoramiento de comportamientos en el trabajo. Las más exitosas experiencias se basan en el conocimiento de los propios trabajadores, de sus vivencias en el trabajo, de la reconstrucción de sus prácticas. Todos estos elementos compartidos pueden ser devueltos, ya enriquecidos, a los nuevos trabajadores.
Este es el nuevo sentido de la capacitación, cimentada en la solución de problemas y con la participación de aquellos que se encuentran en el escenario cotidiano del trabajo. Nosotros, los expertos, debemos comprender ello y aprestarnos para desarrollar un rol efectivo, sistematizando el aprendizaje de los trabajadores para convertirlo en experiencias efectivas de enseñanza.
Nosotros podemos percibir a los peligros, riesgos, accidentes e incidentes, no sólo como conceptos básicos en seguridad sino como un conjunto de respuestas frente a los estímulos de la situación de trabajo: ¿Qué haríamos frente a una u otra situación? ¿Qué hacemos cuando estas ocurren? ¿Cómo optimizaríamos nuestras tareas? ¿Cómo mejoraríamos las tareas de los demás? Es decir, ¿cómo haríamos la seguridad? Y concretamente, ¿cómo la mejoraríamos?
Estamos hablando de seguridad, higiene y salud ocupacional sustentada en la práctica inmediata, en el emplazamiento de comportamientos específicos de seguridad, y en la adopción de ellos no solo por los operativos en general sino por los propios trabajadores, supervisores, jefes de área, e incluso superintendentes y otros funcionarios de las empresas. En síntesis, debemos emprender comportamientos colectivos.
[box]Artículo publicado en Seguridad Minera Nº57. escrito por el Doctor José Valle Bayona Especialista en Salud Ocupacional del Instituto de Seguridad Minera ISEM[/box]
Deja un comentario