[Por: Gonzalo Urrea] El avance de la pandemia del Covid-19 en nuestra región ha puesto al límite todas las capacidades humanas y técnicas del sistema sanitario, haciendo complejos los esfuerzos para efectuar las necesarias medidas de prevención. Toda esta situación ha generado miles de muertes y ha impactado fuertemente en nuestra cotidianeidad, incluyendo el mundo del trabajo.
El nivel de alerta se mantiene en un nivel alto debido a la contagiosidad del virus y, además, porque hasta la fecha no se cuenta con vacunas disponibles para la población.
La economía se ha visto fuertemente trastocada por el contexto descrito. Ciudades completas han debido asumir largos periodos de cuarentenas, con una clara afectación en las actividades comerciales e industriales.
En nuestra Región, las empresas productivas del ámbito de la minería han destinados sus esfuerzos en mantener la continuidad operacional, aún con menores dotaciones de personal y con una serie de restricciones logísticas propias de la contingencia.
El resultado ha sido bastante heterogéneo en cuanto a contagios y fatalidades. Algunas empresas de manera sorprendente han estado exentas de contagios. En cambio otras han presentado un número significativo de trabajadores con el virus activo, con trabajadores recuperándose en alguna residencia sanitaria u hospital. Algunos de ellos ya son parte de las cifras que se suman a las lamentables pérdidas humanas.
Hay países en los cuales se está llevando a cabo una fase de «nueva normalidad» o de «reanudación». Las autoridades y organismos gubernamentales han planteado exigentes normas y marcos regulatorios de prevención de Covid-19, con el fin de aplicarlo al interior de las empresas.
¿Pero todo este trabajo de preparación y planificación será suficiente para lograr los resultados deseados en este denominado retorno a la operación?,¿acaso los trabajadores seguirán al pie de la letra los dictámenes de los nuevos procedimientos y normativas destinados a prevenir el Covid-19 sólo porque la autoridad lo exige?, ¿será suficiente sólo aplicar los diferentes niveles de la jerarquía de control para desarrollar una gestión efectiva a este desafío?, ¿se podrá tener todas las variables bajo control?
Será un periodo de transición no exento de complejidades, pero también necesario para retomar en forma paulatina la actividad productiva. El desenlace dependerá de la forma en la cual los actores involucrados respondan a las nuevas exigencias frente a la pandemia. De esta forma, el factor conductual se vuelve protagonista y pieza clave para detener nuevos contagios.
Nuestra mirada
Consideramos que en este escenario, cuando sólo se están proponiendo iniciativas del tipo: aplicar procedimientos, dar directrices, hacer cursos o reinstrucciones, actualizar matrices de riesgos, entre muchas otras, las cuales no serán suficientes para lograr como resultado que las personas ejecuten los comportamientos correctos. Estos elementos desde el punto de vista conductual son activadores o instigadores. Fácilmente se pueden desvanecer en el tiempo y dejar de captar la atención de las personas.
Por otra parte, algunos comportamientos son nuevos para las personas y para su ejecución correcta requerirán necesariamente de retroalimentación directa.
De manera urgente se requiere que los comportamientos sean monitoreados, es decir, que se desarrollen actividades de manera sistemática (observaciones), para verificar si realmente se están ejecutando en la práctica. En QSE Latam recomendamos la aplicación de tecnología para la reducción de lesiones, con un enfoque científico.
Las empresas deberán entonces considerar de manera complementaria a lo reglamentario, el diseño de un plan para hacer seguimiento a las conductas foco que nos protegen del Covid-19. Y sobretodo asignar consecuencias positivas a todos aquellas personas (la gran mayoría) que con esfuerzo y disciplina ejecutan los comportamientos correctos.
¿Cómo lo hacemos?
En el caso que la empresa ya cuente con un proceso de SBC funcionando, se propone desarrollar actividades formativas, vía remota, con los equipos-guía. La idea es preparar un plan rápido para realizar cobertura a los comportamientos en las diferentes áreas de trabajo. Se plantea organizar el proceso de observación con nuevos check list y también con la asignación de observadores preparados especialmente para este programa. Por otra parte, será necesario agilizar la gestión de datos, para desarrollar planes de acción que remuevan los obstáculos al comportamiento preventivo. La idea general es motivar y empoderar a los trabajadores para enfrentar este peligroso virus.
En el caso de empresas que no cuenten con SBC, se trabaja con un grupo de tarea conformado por actores clave de diferentes ámbitos y especialidades. De esta forma propiciamos la cobertura en campo y el desarrollo de planes de mejoramiento conductual.
En ambos escenarios, se plantea en pocas semanas desarrollar un proceso conductual ágil, efectivo y útil para la empresa. Para mayores informaciones puede conocer nuestras soluciones en el sitio web de QSE Latam.
Escrito por Gonzalo Urrea A., consultor senior Quality Safety Edge. Contacto: info@qselatam.com.
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