El origen de los Riesgos Psicosociales del Trabajo puede atribuirse a una disfunción o una gestión deficiente de los Factores Psicosociales del Trabajo en las organizaciones. Estos factores fueron tempranamente identificados por la OIT como la organización del trabajo, el contenido del trabajo y el contexto en el que el trabajo se ejecuta.
En 1984, la OIT definió, además, los posibles riesgos que se generarían como resultado de interacciones inapropiadas, entre e intro, los factores psicosociales y las capacidades de los trabajadores, sus necesidades, su cultura y sus percepciones extra laborales. Todas estas situaciones pueden influir en la salud, en el rendimiento en el trabajo y en la satisfacción laboral.
Ahora bien, cabe precisar que la denominación Factores de “Riesgo” Psicosocial, aunque es bastante común entre los especialistas (Arenas, et al, 2013; Meliá et al, 2016), no parece del todo precisa, dado que los factores psicosociales del trabajo mencionados, no necesariamente siempre constituyen o derivan en riesgos. Pueden funcionar en forma armónica y son un conjunto de elementos necesarios para que el trabajo como tal, ocurra.
Hoy las organizaciones enfrentan grandes presiones para cumplir con las demandas que impone el mercado, las regulaciones del Estado, en ocasiones excesivas o innecesarias, la globalización, la competencia y la moderna vida laboral entre otras y que los directivos y las organizaciones no siempre saben gestionar. Así, situada y ‘apretujada’ entre mercado y Estado, la organización se ve sometida a múltiples intranquilidades y tensiones.
En este escenario, con elevadas expectativas de productividad y extensas jornadas de trabajo, se suele alterar la armonía necesaria para el funcionamiento normal de los factores psicosociales del trabajo, transformando el centro de trabajo en un medio ambiente distorsionado sometido a múltiples presiones, lo que puede contribuir al aumento de los riesgos psicosociales. Producto de estos apremios y amenazas externas, el trabajador experimenta la intensificación de su trabajo. Esta atmósfera resulta observable en el plano de las relaciones laborales, en el abuso verbal e incluso físico, en la imposición de jornadas extenuantes de trabajo y las acciones intimidantes que suelen estar dirigidas al trabajo de la persona, a la persona misma o a constituir directamente intimidación física. (Einarsen, et al, 2009).
En la empresa tradicional, la jerarquía suele concentrar todo el poder de decisión en el empresario o en las jefaturas. Si bien de allí no se deduce necesariamente que estas personas empleen su poder de forma incorrecta, esta elevada concentración del poder puede llevar a tentaciones autoritarias y a una pobre valoración de los trabajadores, lo que puede manifestarse en diferentes formas de abuso en el trabajo.
A esta situación puede contribuir la idea que, gracias a las nuevas tecnologías, en el trabajo ahora todo resulta posible, lo que puede manifestarse en elevadas presiones por el rendimiento, control desmesurado, falta de atención y ausencia de límites horarios entre trabajo, descanso y tiempo propio.
Se puede apreciar, como producto adicional de esta inadecuada gestión de los factores psicosociales del trabajo, discriminación a ciertos trabajadores, amenazas, desautorizaciones, conducta irrespetuosa o insolente en el trabajo, amenazas constantes y humillación. La resultante de estas negativas interacciones sociales, caracterizadas por el enfrentamiento y no por la cooperación, suele ser, en el medio o largo plazo, pérdidas de producción.
De esta forma, los factores psicosociales del trabajo incorrectamente gestionados por los directivos en las organizaciones por una equivocada forma de búsqueda de la productividad, generan riesgos psicosociales (RPS) ya identificados, tales como el acoso psicológico laboral (mobbing), el acoso sexual, la discriminación, el estrés, burn-out, el boreout, entre otros.
Los riesgos psicosociales mencionados no solo tienen capacidad para provocar enfermedades psicosomáticas, gastrointestinales y cardiovasculares agudas y graves, sino que se han observado algunos vínculos con los accidentes del trabajo. Por ejemplo, el estrés laboral puede incrementar las distracciones al efectuar una operación, disminuir la atención en el trabajo y generar otros déficits cognitivos provocando un incidente, (Eskildsen et al, 2015; cit. en Meliá, et al, op. cit.). También Kim, et al, (2009) cit. en Meliá, et al, (2016); Johannessen et al, (2015), sugieren que un ambiente psicosocial hostil favorecería el aumento de las conductas inseguras en el trabajo.
En este escenario, parte de la colaboración de los psicólogos del trabajo para el control de los riesgos psicosociales en la empresa ha consistido en la elaboración de diferentes instrumentos para la identificación- monitoreo y evaluación del funcionamiento actual de los factores psicosociales del trabajo y luego, si corresponde, efectuar un plan de intervención.
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