El fuerte desarrollo en las últimas décadas de la minería, unido a la innovación y avances en la industria electrónica, han hecho del detonador electrónico una pieza clave en el proceso de voladura.
El detonador electrónico consta del cable de comunicación, un módulo electrónico, uno o dos condensadores, protecciones contra descargas electrostáticas y un elemento incandescente encargado de inflamar la gota pirotécnica que pondrá en marcha la reacción en cadena del explosivo primario y secundario. Todo ello va en el interior de una cápsula de aluminio o cobre.
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Impulsado por su versatilidad y precisión, las últimas generaciones de estos dispositivos incorporan nuevas ventajas tales como multiblast, que permite hacer varios disparos de forma simultánea; synchroblast, que permite enlazar varias unidades de disparo para conseguir detonar más unidades en una sola voladura, o compatibilidad con sistemas GPS.
El mayor control de los tiempos de retardo permite mayor flexibilidad en los diseños y su precisión, ha permitido aumentar la eficiencia y rendimiento energético de la voladura. Una voladura más eficiente implica un mayor uso de la energía proveniente de la reacción del explosivo en fragmentar, mover y apilar el mineral. A su vez, se reduce la energía desperdiciada en sobrequiebre, vibraciones y ruido, etc. Pero si hay que destacar una ventaja de los sistemas de iniciación electrónica, sin duda es la seguridad que ofrece respecto a sus antecesores.
Al contrario que el tubo de choque, las líneas del detonador electrónico no pueden ser iniciadas mediante impacto; tampoco pueden hacerlo por descargas electrostáticas o corrientes vagabundas como podría pasar en los detonadores eléctricos. La iniciación de un detonador electrónico únicamente es posible mediante una corriente codificada emitida por un explosor compatible con el detonador. Dicho explosor mantiene una comunicación bidireccional con el detonador, permitiendo conocer en todo momento el estado del mismo y en caso de detectar algún problema abortar el proceso. Si bien es cierto que existe la posibilidad de que un detonador no llegue a detonar, el sistema siempre advertirá esta situación, permitiendo tomar medidas que no pongan en riesgo la integridad del operador de la pala.
La comunicación inalámbrica del sistema representa también un gran avance en la seguridad del personal a cargo de la iniciación de la voladura, ya que la ausencia de lazo físico entre explosor y detonadores multiplica las opciones de puntos de iniciación, independientemente de la topografía y accesibilidad de la mina reduciendo el riesgo de impactos por fly rock. La compatibilidad con otras tecnologías como Leaky Feeder o WiFi, extiende estos beneficios de seguridad a las labores subterráneas, permitiendo la iniciación desde superficie sin que haya personas en la mina.
Algunos sistemas como Daveytronic® incorporan la tecnología smartshunt que mantiene la gota pirotécnica que inicia la carga primaria cortocircuitada hasta el momento del disparo. Otra ventaja que incorpora el sistema es la separación de energía en dos condensadores: el de comunicación y el disparo. El primero, de comunicación, trabaja a un voltaje menor, compatible con las unidades de programación, esto permite comunicarse con él, pero nunca iniciarlo. Únicamente en el proceso final, ya desde el punto de disparo y con la zona de evacuación despejada, se energiza el segundo condensador con el explosor. Son estas características de diseño las que eliminan los riesgos de iniciación, tanto por mal uso de los equipos como por algún defecto del producto en su fabricación.
Autor: Alejandro Garzón, Ingeniero Innovación – Davey Bickford. Publicado en la Revista Seguridad Minera nº126.
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